Economia

La petrolera del amigo de Putin

La firma rusa Lukoil, interesada en el 30% de Repsol, mantiene estrechos lazos con el Kremlin

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Lukoil es formalmente una petrolera sin capital estatal, pero en Rusia no hay nada privado que no tenga estrechos vínculos con el Kremlin. Sobre todo si se trata de grandes compañías. Durante sus ocho años de mandato como presidente, el actual primer ministro Vladímir Putin, propició que la propiedad de la empresa cambiara de manos mientras definía la línea entre aliados y enemigos dentro del mundo empresarial.

Unos emergieron o se reforzaron, como sucedió con el presidente de Lukoil -Vaguit Alekpérov- y con Román Abramóvich, mientras otros fueron a parar a la cárcel. El ejemplo más claro lo constituye el presidente de Yukos, Mijaíl Jodorkovski, que cumple todavía una condena de ocho años en Siberia y contra quien se han presentado nuevas acusaciones. También hubo algunos oligarcas, como Borís Berezovski y Vladímir Gusinski, que debieron poner tierra de por medio y exiliarse para no dar también con sus huesos en una gélida celda.

Alekpérov se convirtió en favorito de Putin ayudándole precisamente a meter en cintura a los magnates díscolos y acabar con la libertad de prensa en Rusia. Lukoil compró en 2001 parte del imperio mediático de Berezovski para modificar su línea informativa o para, como pasó con el canal ruso TV-6, provocar su quiebra pese a perder dinero con ello.

Lukoil mantuvo siempre estrechos vínculos con el gigante energético estatal Gazprom mediante numerosos contratos y proyectos de explotación y prospección conjuntos. Cuando una de sus empresas mixtas encontró este año un importante yacimiento de crudo en el Caspio, junto a la frontera con Kazajstán, Alekpérov dijo que «Gazprom es nuestro hermano mayor». El monopolio gasístico ruso, en cuya cúpula ha estado Dmitri Medvédev hasta su toma de posesión como presidente del país el pasado mes de mayo, podría ahora prestar a Lukoil el dinero necesario para adquirir el 29,9% de Repsol-YPF.

Putin ha salido varias veces en defensa de Lukoil a nivel internacional. La primera con motivo de la intervención estadounidense en Irak, en donde Lukoil suscribió un contrato de participación en el proyecto Qurna-2, uno de los yacimientos de petróleo más importantes del planeta. Moscú se oponía inicialmente a la guerra, pero en cuanto comenzó la contienda exigió a Washington garantías de que el convenio firmado con Sadam Husein continuaría vigente. Alekpérov ha mantenido ya conversaciones con las nuevas autoridades iraquíes para reanudar la extracción de crudo.

Otra muestra de la extraña relación de la petrolera con el Gobierno fue que el pasado mes de julio el presidente de Lukoil se reunió con Putin y le pidió que siga de cerca -y si fuera necesario, «plantee» ante Bruselas- la necesidad de acelerar los trámites entre el Gobierno italiano y los comités antimonopolio de la Comisión Europea. La petrolera rusa pretende crear una empresa mixta con la italiana ERG para la explotación de una refinaría en Sicilia. De igual forma, nadie descarta que el jefe del Ejecutivo de Moscú pudiera hacer alguna gestión ante La Moncloa y la Unión Europea para desbrozar el terreno e impedir que fracase el desembarco de Lukoil en Repsol.

Relanzar las relaciones

Los intentos de la petrolera de poner el pie en la península ibérica coinciden con una intensificación de los contactos entre Rusia y España para relanzar las relaciones económicas y comerciales. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el actual jefe del Kremlin, Dmitri Medvédev, hablaron de ello el pasado 1 octubre en San Petersburgo.