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«Nunca pensé verme así»

Una historia de incertidumbre laboral muy repetida en la provincia

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Detrás de cada despido no sólo se va una ficha con la que picar la entrada al tajo. Hay toda una vida. Este es el caso de Domingo Ibáñez, que con 57 años teme que haya llegado el final de su vida laboral con el cierre de Barcons. Pero, aunque para las empresas los 57 años de Domingo sean muchos, para su familia «es todo lo que tienen», según las palabras del propio afectado y más veterano de la empresa afincada en El Puerto. Lleva siete años trabajando como montador para Barcons y con su sueldo saca a su familia adelante. Además, como la mayoría de los gaditanos, tiene que pagar la hipoteca cada mes. Domingo está pasando por «la peor de las pesadillas» e incluso lleva varias noches sin dormir tomando calmantes para los nervios. Se siente «engañado» y la impotencia no le deja mirar más allá de la puerta que cada mañana cruzaba a las 7.00 horas para comenzar a trabajar. Ahora la mira con recelo, llena de pancartas reivindicativas. «Jamás pensé que me iba a ver en esta situación. Piensas que estas cosas les pasan a otros, pero hoy me veo aquí, como también se vieron los despedidos de Delphi», comenta este trabajador que ahora llega a su casa con las manos vacías, ya que la empresa le debe las dos últimas nóminas. La historia de Javier Maestre sólo cambia de protagonistas. Es otra mujer, otros hijos, otra familia, pero en definitiva, se encuentran con los mismos problemas. No llega un sueldo a casa, pero hay que seguir haciendo frente a las facturas. «Sólo quiero mi puesto de trabajar», dice. Juan, Antonio, Carlos, Álvaro y un largo etcétera hasta completar los cincuenta empleados son historias con nombres y apellidos. «No queremos que nos traten como números, somos personas». Con este grito acudirán a la reunión del lunes con el delegado de Empleo, Juan Bouza.