Desde La Barca, con amor
Cierto día estaba trabajando en La Barca con un grupo de jóvenes y no se por qué la conversación derivó hacia el futbol. Al final me sorprendió comprobar la gran afición cadista que existe en esta pedanía jerezana, lo cual me pareció correcto porque no creo en la absurda rivalidad entre Jerez y Cádiz. Otro día, en la rutina del trabajo, le pregunté a una chica que acudía a consulta de qué zona de Jerez era. Me contestó que no era de Jerez, que era de La Barca; a lo que yo respondí que La Barca también es Jerez. Estas dos anécdotas, que no dejan de serlo, pueden ilustrar el sentimiento que tienen los barqueños de no pertenencia a Jerez.
Actualizado:Este sentimiento, sin duda alimentado por muchos políticos de cortas miras, ha prendido en la población barqueña que ha querido ver en su deseada independencia una especie de tabla de salvación. Políticos locales abanderados por el actual alcalde, Roque Valenzuela, han hecho de este discurso su razón de ser y su único y exclusivo argumento para conseguir votos; pero el tema no da mucho más de sí. No obstante, en otros tiempos fue el propio PSOE quien jugó peligrosamente a alimentar la confrontación y la rivalidad porque en el ayuntamiento matriz gobernaba otro color político, alimentando a un monstruo que hoy se revuelve contra la mano que lo alzó al poder. Todos y todas, vecinos y políticos debiéramos saber mirar más lejos y más amplio.
En un mundo que tiende a la globalización, donde cualquier economía local nunca es autónoma por grande que sea el municipio, donde la riqueza se genera desde la colaboración y no desde la confrontación, estos juegos victimistas por parte de ciertas pedanías resultan cuanto menos trasnochados. Tenemos ejemplos recientes y cercanos, como es el caso de San José del Valle, que ahora es independiente de Jerez, pero es dependiente de otra administración, más distante geográficamente como es la Diputación. Eso por no entrar en las marejadas políticas que ha vivido desde su independencia. Bien, esto no es ni bueno ni malo en sí mismo, el problema reside en que si unos vecinos se sienten marginados con respecto a otros, el discurso victimista y demagógico está servido en bandeja. Desde luego, lo mejor que ha hecho Pilar Sánchez es dar la cara. A otros les costó bastante más o no llegaron a darla nunca.