ANÁLISIS

Amenaza mundial

La piratería, tan antigua como la navegación, está empezando a afectar gravemente al comercio mundial. Presente en zonas tan dispares como África, el sureste asiático, el océano Índico o Brasil, concentra su actividad en el estrecho de Malaca -entre Indonesia y Malasia- y, cada vez más, en Somalia. La inseguridad de las aguas somalíes se ha convertido en una cuestión vital singularmente para Europa, dado que el 90% de su comercio exterior se transporta por mar. Un escenario en el que los ataques se han multiplicado por doce en cuatro años, suponiendo en lo que va de año casi el triple que los registrados en 2007.

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Esta espiral de violencia y terror se ha visto propiciada por el notable incremento en la cuantía de los rescates: mientras hasta fechas recientes los pagos nunca superaban los cientos de miles de euros, en el último año la media ha sido de un millón, llegando, en algunos casos, a triplicar esa cifra. Así, se calcula que los piratas somalíes pueden haber ingresado hasta 25 millones de euros a lo largo de 2008, parte de los cuales han financiado la guerra que los insurgentes islamistas libran contra Etiopía.

Se trata de unas cantidades astronómicas para un país donde la renta per cápita es cuarenta veces menor que en España, lo que permite a los asaltantes adquirir la tecnología y el armamento más moderno, incluyendo cohetes y misiles, al tiempo que les posibilita tener acceso a información precisa sobre el desplazamiento y la carga de los barcos, pudiendo así realizar golpes certeros.

Al haberse multiplicado por diez las primas de los seguros, algunos armadores se plantean evitar el golfo de Aden -por el que pasan 16.000 barcos al año- y el canal de Suez, buscando la ruta alternativa bordeando el cabo de Buena Esperanza, lo que provoca un notable incremento en los precios de las mercancías transportadas. Por si fuera poco, tampoco es desdeñable la posibilidad de que en uno de los asaltos se produzca una catástrofe medioambiental si llegara a derramarse petróleo de un buque-cisterna. Este delicado problema económico, que se puede complicar si entran en escena grupos terroristas, exige de una acción multinacional concertada, en la que se involucren activamente países y organismos. Es imprescindible buscar un consenso mundial que permita juzgar y condenar debidamente a los culpables, incluyendo la figura de la piratería en todas las legislaciones nacionales.