La Guardia Civil cerca Barbate para impedir la huida de una banda de narcotraficantes
Los agentes detienen a once integrantes de una red a la que relacionan con el naufragio de un cargamento de hachís, en el que murieron dos personas, y una anterior incautación de cocaína
| BARBATE Actualizado: Guardar6.00 de la mañana. Los pocos vecinos de Barbate que a esas horas transitan por las calles de la población son los primeros testigos del despliegue inesperado de agentes de la Guardia Civil, que tenían encomendado cercar la localidad para impedir la huida de los integrantes de una red local de narcotraficantes a los que iban a sorprender en sus domicilios. A diferencia del operativo llevado a cabo días atrás en Sanlúcar, en esta ocasión había un objetivo concreto y una investigación en curso: la operación Ojiva.
Un dispositivo compuesto por 70 agentes de distintas unidades venidas desde Cádiz, junto con los efectivos del cuartel barbateño, debían repartirse varias misiones. Por un lado, ejecutar cinco registros domiciliarios en la conflictiva barriada de Blas Infante -refugio de legendarios narcos como los Antón-, en el muelle pesquero y en una finca apartada de la zona rural de la Oliva. Mientras se realizaban las inspecciones y se culminaban las primeras detenciones, las patrullas por tierra habían cerrado ya los tres accesos a la población por las carreteras que la comunican con Los Caños, Zahara y Vejer. También se había dispuesto un control en el Parque Natural de la Breña, donde fueron enviados agentes del Seprona para que estuvieran atentos a cualquier fuga por esta zona boscosa. El cerco policial incluía la vigilancia por aire y por mar. Un helicóptero y una patrullera del Servicio Marítimo se encargaron de detectar cualquier salida.
La redada concluyó a media mañana, cuando el último de los once detenidos fue llevado al cuartel. Salvo dos de ellos que superan la treintena, el resto hace pocos años que alcanzó la mayoría de edad. Apenas les habían encontrado droga -50 gramos de hachís que guardaba uno de los arrestados-, aunque sí les requisaron ocho vehículos de gama alta, ordenadores, teléfonos móviles, 2.000 euros en efectivo y diversa documentación. Pese al escaso botín, existía una orden judicial que autorizaba la entrada y registro a sus domicilios. ¿Qué había detrás entonces?
La Guardia Civil no estaba realizando ninguna redada ejemplarizante sino la fase de explotación de una operación concreta. Los once detenidos son supuestos integrantes de una banda de narcos que estaba siendo vigilada desde hace meses y cuya detención se frustró la madrugada del 31 de octubre por culpa del fuerte temporal que azotó la costa gaditana.
Esa noche se iba a producir el alijo de un importante cargamento de hachís, pero la embarcación naufragó y sus dos tripulantes fallecieron. Si la meteorología no hubiera sido tan adversa, los agentes habrían abortado la operación en la playa y tenían prevista la detención de los jóvenes que fueron apresados ayer, los cuales debían encargarse de la descarga de los fardos.
La mañana siguiente de esa aciaga noche, el cuerpo de uno de los dos tripulantes apareció en la playa del Botero junto a varios fardos y la nave siniestrada. Un día después, los restos mortales de la segunda víctima, un inmigrante marroquí, aparecía en la orilla de la playa del Carmen. Los agentes recuperaron más de 600 kilos de droga de un alijo que se presupone mayor, teniendo en cuenta que estos transportes siempre superan los 1.000 kilos para que sean rentables.
La operación Ojiva tuvo otro episodio anterior al de ayer. Dos días después del naufragio -el 3 de noviembre-, varios agentes de paisano esperaron a otro de los integrantes de la banda barbateña, que tenía previsto reunirse en un restaurante cercano a Vejer con unos proveedores de cocaína. Habían acordado la entrega de 300 gramos de cocaína que les traía un matrimonio colombiano. Estos individuos son los denominados correos de los que se sirven las mafias sudamericanas, que controlan la distribución nacional de coca, para llevar las partidas desde Madrid y las grandes capitales hasta los puntos donde operan las redes locales.
En el momento de la entrega, los agentes la abortaron y detuvieron a los dos colombianos y a un vecino de Barbate, A. A. G., de 44 años. Esa intervención sacó del mercado 1.200 dosis de polvo blanco. La sustancia era de una gran pureza y si hubiera sido cortada, se habría obtenido ese número aproximado de partidas individuales.
Todas estas actuaciones fueron divulgadas en su día por el Instituto Armado como operaciones puntuales para no dañar la investigación y el operativo llevado a cabo ayer. Los once detenidos, que son vecinos de Barbate, fueron identificados como: Joaquín O. F, de 39 años; Francisco C. M, de 35 -uno de los cabecillas de la red y conocido como Paco el coca-; Jesús Manuel O. F., de 24; Pedro L. S., de 23; Jaime Francisco M. M., de 22; José Diego R. O., de 25; Manuel T. O., de 20; Miguel Ángel O. G., de 23, Raúl M. C., de 20; Jonathan R. B., de 24; y José Ángel B. A., de 25. Tras ser llevados al cuartel, fueron introducidos en un furgón que los llevó hasta la Comandancia de Cádiz donde pasaron la noche en los calabozos. Hoy está previsto que pasen a disposición judicial en Barbate.
Tensión en el cuartel
En la redada planeada sobre el papel se había previsto reforzar la vigilancia en los alrededores del cuartel. No es la primera vez que tras una operación policial de este calibre se producen altercados. Más de una docena de agentes estuvieron custodiando la entrada mientras poco a poco se iban sumando personas en la plaza que hay frente al edificio de la Benemérita. Sólo hubo miradas desafiantes de algunos jóvenes hacia los guardias y un reproche generalizado, que en algunos casos llegó a insulto, contra los periodistas. No querían que se tomaran imágenes de las consecuencias que acarrea la droga en Barbate.
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