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El temor aumenta en los atuneros españoles pese a la vigilancia aérea

Los atuneros españoles que faenan en las cercanías de las doscientas millas de aguas de Somalia no quitan la vista del radar ni un segundo. Y no precisamente para localizar bancos de peces.

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Tras el secuestro del Playa de Bakio y el ataque al Playa de Anzoras, la vigilancia en el Índico no cesa las veinticuatro horas del día. Ahora, con la captura del superpetrolero saudí Sirius Star, y otro buque hongkonés ayer, el temor a asaltos piratas ha vuelto a atenazar a los pesqueros.

Los barcos españoles no estaban dispuestos a traspasar el límite de las ochocientas millas, pero la falta de capturas ha obligado a patrones y tripulaciones a tragar saliva y volver a la zona de peligro.

Toda precaución es poca, a pesar de que el avión de vigilancia español, Cisne 81, realiza una «buena labor» de rastreo de la zona y avisa todos los días por radio a los atuneros de cuándo sale de la base y cuáles son sus objetivos de reconocimiento para la jornada.

Al final del día, el aparato comunica por la frecuencia ya establecida sus observaciones. Además, alerta si observa algún barco sospechoso cerca de los que están faenando y detalla su naturaleza, posición y rumbo. De hecho, ayer mismo comunicó a los atuneros que había un barco nodriza pirata, con varias lanchas rápidas a bordo y a una distancia de trescientas millas, que se dirigía hacia ellos, por lo que extremaron las precauciones.

A pesar de valorar el trabajo del avión del Ejército español, los atuneros muestran sus «dudas» acerca de qué ayuda les podría prestar si son abordados por los saqueadores marinos. De ahí que entre los tripulantes haya un «miedo generalizado» y cualquier punto que aparece en el radar suscite sospechas.