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McCain se cuadra ante Obama

El veterano de Vietnam se reúne con el presidente electo para unir sus fuerzas y buscar soluciones a los urgentes desafíos del país

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¿De qué hablan dos hombres incómodos que no saben cómo romper el hielo? De 'football'. De cómo los Osos de Chicago perdieron el domingo por 34 puntos frente a los Gigantes de Nueva York. Pero ayer Barack Obama no tenía aspecto de perdedor, frente a un tenso John McCain que aceptó con reticencias su invitación para pactar la reconciliación.

Era la primera vez que ambos se veían cara a cara desde la cena de beneficencia que organizó la archidiócesis católica de Nueva York, tras el último debate presidencial, y la primera comparecencia de Obama ante los medios desde la conferencia de prensa que dió tres días después de su victoria. De eso también echó mano Obama para sacudir la tensión al ver a los reporteros. «Hace mucho que no veo a estos chicos», comentó. Y McCain, con una sonrisa forzada, «te echan de menos».

En la única entrevista que haya dado, el perdedor de estas elecciones dijo la semana pasada al humorista Jay Leno que desde el 4 de noviembre duerme «como un bebé», bromeó: «Duermo dos horas, lloro dos, duermo otras dos, lloro dos más, y así todo el día».

«¿Va a ayudar al gobierno de Obama?», alcanzó a preguntarle un miembro del 'pool' de prensa en los escasos tres minutos de aparición pública.

«Obviamente», respondió McCain. Y Obama, mucho más relajado, profundizó en ello. «Vamos a tener una buena conversación sobre cómo podemos trabajar juntos para arreglar el país, y también de cómo ofrecerle nuestro agradecimiento por el magnífico servicio que ha dado».

Como buen soldado, McCain ya se tragó su resabio en 2000 cuando George W. Bush le ganó las primarias con una sucia campaña en la que difundió el bulo de que había engendrado un hijo negro ilegítimo. Obama no le ha herido tanto, pero sí ha acabado con su última oportunidad de ser presidente, dados sus 72 años.

Sin despilfarros

Además, bajo su liderazgo su partido ha perdido la Casa Blanca y las dos cámaras legislativas. Lo que tiene que ganar McCain con este encuentro es su imagen de político independiente, perdida en la campaña al más puro estilo republicano.

El demócrata también ha propugnado la reconciliación del país, y necesitará a su oponente y senador de Arizona para sacar adelante su programa de gobierno para los próximos años. No era, sin embargo, una entrevista de trabajo, sino una declaración de buenas intenciones.

«En este momento definitorio de la historia creemos que los estadounidenses de todos los partidos necesitan que sus líderes se unan y cambien los malos hábitos de Washington para resolver los urgentes desafíos de nuestro tiempo», decía el comunicado conjunto emitido al término del encuentro. «Es en ese espíritu que hemos tenido hoy una conversación productiva sobre la necesidad de lanzar una nueva era de reformas en la que le metamos mano a los despilfarros de Washington y al encarnizado partidismo para restaurar la confianza en el gobierno y devolver la prosperidad y las oportunidades a las familias trabajadoras»

La filosofía de Barack Obama parece ser el viejo dicho de «Mantén cerca a tus amigos, y aún más a tus enemigos». De ahí que su equipo de transición haya empezado ya a revisar las finanzas del matrimonio Clinton, para evitar que el posible nombramiento de Hillary como secretaria de Estado le explote en las manos. Aunque Obama está formando su gobierno con la cantera del último presidente demócrata, el domingo, en la primera entrevista concedida desde que ganase las elecciones, desveló una diferencia clave que le aparta de Bill Clinton y le relaciona más con el estilo de Franklin D. Roosevelt, que gobernase durante la Gran Depresión.

Durante sus primeros años de gobierno Barack Obama asegura que no le preocupará el déficit, sino que invertirá lo que sea necesario para frenar la crisis y ayudar a la clase media, en lo que se perfila como una segunda era del 'New Deal'.