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DESPEDIDA. Hollande sigue con gesto distraído el desarrollo del congreso socialista. / REUTERS
LOS TRES CANDIDATOS

Los militantes elegirán al líder

El aparato del PS no logra formar un frente contra Royal y las bases decidirán el jueves

FERNANDO ITURRIBARRÍA
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El 75º congreso del Partido Socialista (PS) francés se clausuró ayer en Reims con la sensación de fracaso y división de unos delegados incapaces de ponerse de acuerdo en la designación de un líder y en la definición de una orientación política. El voto de los militantes tendrá que resolver esta semana la pugna por el poder entre las ex ministras Ségolène Royal y Martine Aubry con el arbitraje del eurodiputado Benoît Hamon, tercer candidato en discordia. Es la primera vez en la historia de la formación que tres aspirantes rivalizan por su control.

Convaleciente de tres derrotas presidenciales consecutivas (1995, 2002 y 2007) y minado por sus querellas intestinas, el PS «está gravemente enfermo, en un estado de salud próximo al coma». El diagnóstico fue enunciado por Bertrand Delanoë, alcalde de París y gran perdedor de un congreso en el que todos los sondeos le daban como favorito para suceder a François Hollande. Por su parte, el secretario general saliente, tras once años en el cargo que le confió el ex primer ministro Lionel Jospin, confesó que «tengo vergüenza» por el PS y renunció a pronunciar el tradicional discurso de clausura, que debía ser el de su despedida.

Delanoë, que había obtenido el 25,24% de las papeletas de los afiliados en la votación previa al congreso, no consiguió pactar con Aubry, alcaldesa de Lille (24,32%), y con Hamon, representante del ala izquierda (18,52%) un frente común para cerrar el paso a Royal (29,08%). Los tres rivales en el seno del aparato de la preferida de las bases llegaron a consensuar un texto conjunto en la noche del sábado al domingo pero les bloqueó el «dispositivo humano», como denominan la designación de la personalidad que debía encarnar la santa alianza todo salvo Ségolène.

Renuncia de Delanöe

Con la amargura propia de quien pensaba esculpir su estatua presidencial en Reims, ciudad en la que se coronaban los reyes de Francia, Delanoë arrojó la toalla con el argumento de «no añadir división a la división» ni echar más leña al fuego de la «guerra de jefes». Aunque no impartió consigna de voto, la posición de sus simpatizantes será clave para dirimir en la consulta interna la batalla por el poder.

«Te necesitaré a ti y a tus amigos, Bertrand», le dijo Royal en su discurso, en el que también rindió un inesperado homenaje a Hollande. «Te necesitaremos a ti, François. Todos los militantes saben que te deben haber mantenido contra viento y marea la unidad de nuestro PS», le dijo a su pareja sentimental hasta el año pasado y padre de sus cuatro hijos.

Hasta sus adversarios admiten que Royal es la favorita para imponerse en el voto de las bases. Ya venció en las primarias para la candidatura socialista a las presidenciales de 2007 al batir a los ex primeros ministros Lauren Fabius y Dominique Strauss-Kahn. Y volvió a ganar contra pronóstico hace diez días en la votación que radiografió la actual correlación de fuerzas tras un año en la oposición al Ejecutivo de Nicolas Sarkozy.

La consulta se celebrará el próximo jueves en las 3.500 secciones del partido, en las que se volverá a votar de manera definitiva el viernes si ninguno de los tres candidatos obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta. En el precedente más inmediato sólo acudió a las urnas el 55% de los 233.000 afiliados. Pero Royal confía en que esta vez «los militantes que voten serán mucho más numerosos pues saben que tienen entre sus manos el talismán de la unidad de los socialistas».

Conflictividad interna

Aunque el riesgo de una escisión a corto plazo parece descartado, el drama del PS estriba en que, pase lo que pase, tiene garantizada la conflictividad interna para una larga temporada. Si la ex candidata presidencial vuelve a triunfar, tendrá que cohabitar con un aparato en el que será minoritaria pues sólo contará con el 29% de la dirección conforme al resultado de la primera votación. Si pierde, seguirá siendo el electrón libre foco de tensiones que cortocircuita a las instancias dirigentes del PS gracias a su carisma mediático y su inmensa popularidad.

De todas formas, la gran batalla por la candidatura al Elíseo no se producirá hasta la organización de otro congreso en 2011, un año antes de las próximas presidenciales, en virtud de una reforma de los estatutos adoptada en junio. La designación oficial del aspirante al sillón de Sarkozy se efectuará como muy tarde en los tres meses siguientes a esa cita mediante una votación de los afiliados.

El espectáculo de la división socialista hizo las delicias de la mayoría conservadora que, por boca de la ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, llegó a preguntarse si no se habría asistido al «congreso de la desaparición». «Como todos los franceses, no comprendo nada», comentó Patrick Devedjan, número uno de la UMP gobernante. «Es una lucha de poder que asquea a todo el mundo en un partido de su tipo único en Europa ya que permanece bajo la influencia intelectual de la extrema izquierda», sentenció.