Obama promete trabajar con el G-20
El presidente electo de EE UU apoya las decisiones de la cumbre de Washington, mientras los analistas americanos se muestran críticos con el resultado
Actualizado: GuardarUn escueto comunicado de sus enviados a la cumbre del G-20, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright y el ex congresista republicano Jim Leach, daba el sábado el visto bueno de Barack Obama a los esfuerzos del mundo por encontrar soluciones a la crisis, y prometía que se sumará a ellos cuando asuma la presidencia.
«El presidente electo cree que la cumbre del G-20 que reúne a los líderes de las mayores economías del mundo es una importante oportunidad para buscar una respuesta coordinada a la crisis financiera global», dijeron. «También trasmitimos su determinación de seguir trabajando juntos en esos desafíos una vez que ocupe el cargo en enero».
No se manifestaban sobre ninguno de los puntos de acuerdo reflejados en las 11 páginas de declaración final, que ha superado las expectativas de los más escépticos y decepcionado a quienes esperaban medidas concretas, en lugar de una lista de objetivos. Obama, que se encontraba en Chicago, ni siquiera conocía entonces el contenido de la declaración ni de los contactos que mantuvieron sus emisarios con los líderes de 17 países.
Entre ellos no estuvo España. El gobierno español justificó ese desplante argumentando que Rodríguez Zapatero ya había hablado por teléfono con el futuro presidente de EE UU, en quien tiene puestas sus esperanzas de reconciliación, pero en realidad también lo habían hecho otros, como Silvio Berlusconi, que pese a su hiriente sarcasmo estuvo el sábado entre los privilegiados.
El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tendrá esa oportunidad el miércoles, cuando acuda a Washington para despedirse de la secretaria de Estado Condoleezza Rice y reunirse con Albright.
Negociaciones
Con el comunicado ya frío, salían ayer a la luz los tiras y aflojas que se habían dado en ese Museo del Edificio Nacional donde Hillary Clinton anunciase el final de su campaña hace seis meses. Algunos los contó el propio Nicolás Sarkozy en una concurrida conferencia de prensa.
«Soy amigo de EE UU, pero si me preguntáis si fue fácil, no, no fue fácil», reconoció. «EE UU es el poder número uno del mundo. ¿Es el único? «No, no lo es».
Su amigo George W. Bush se negó en redondo a la creación de un órgano supranacional que coordine las regulaciones financieras, lo que incluso países como Canadá interpretaron como un atentado a su soberanía nacional.
El párrafo en el que los líderes mundiales se comprometen a evitar medidas proteccionistas fue el más debatido, arrastrando las negociaciones de los representantes hasta las 11 de la noche del viernes, cuando ya los líderes mundiales habían vuelto a sus hoteles.
Muchos de ellos consideraron que el plan de Obama para rescatar a la industria automovilística de EE UU es una medida proteccionista que contradice el espíritu de lo que estaban firmando, lo que explica que Bush esté dispuesto a dejarla morir.
Bush, ganador
El mandatario estadounidense fue el gran triunfador de la cumbre al lograr que todos se comprometieran a defender el libre mercado y evitar una excesiva regulación que le ponga freno. Sarkozy, por contra, se creó muchos enemigos aunque generase más atención que ninguno.
«Allí estaba todo el mundo sobre la mesa intentado llegar a un acuerdo, mientras Sarkozy intentaba escribir el mundo según Sarkozy. Eso no ayudaba», protestó una alta fuente diplomática al diario estadounidense The Washington Post.
El sitio de Francia
El mandatario francés, que había generado las expectativas de que esta cumbre ideada por él sería un nuevo Bretton Woods que definiría el sistema financiero del siglo XXI, tuvo que admitir que sus expectativas no estaban a la altura.
Entre otras cosas, porque en Bretton Woods, donde se definieron en 1944 los principios del actual sistema financiero mundial, se necesitaron cuatro años de preparación, mientras que la cumbre de este fin de semana en Washington dispuso de sólo tres semanas.
Si bien los líderes salieron complacidos con sus avances, los analistas resultaron críticos. The New York Times titulaba «Los jefes de Estados de 20 países prometen ayudar a la economía pero posponen las grandes decisiones». «Estos acuerdos son cosas muy simples para las que no necesitaban ninguna cumbre», dijo el economista Simon Johnson, del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
La agencia Bloomberg iba más lejos, al temer que la ausencia de medidas concretas para impulsar la economía, como ese estímulo fiscal que se han propuesto estudiar pero no han aprobado, decepcione hoy a los mercados y produzca otro batacazo bursátil.