Andar por la calle
La gente habla de los tiempos que se avecinan, pero se equivoca: ya han llegado. El futuro imperfecto que tratan de corregir los líderes mundiales es ya presente, o sea, que el día de mañana es hoy. Los lunes registran, desde siempre, la plusmarca semanal de absentismo, pero ahora no tiene ningún demérito laboral, ya que faltar al trabajo es muy fácil cuando no se tiene trabajo.
Actualizado: GuardarHay menos gente por la calle. Los parados, como su nombre indica, se están quietos. Si acaso se agrupan en plazas, pero no suelen deambular. Ya que no han podido guardar dinero, guardan energías. La única aceleración se registra en la delincuencia. ¿Por qué será que en los tiempos malos crece siempre el número de personas que observa una mala conducta? Los homicidios y asesinatos en España se han disparado un nueve por ciento. Un nueve largo, aunque se utilicen distintas armas.
Lo peor es que se está poniendo más difícil cada día pasear por la calle, que venía siendo gratis. No conviene llevar las manos en los bolsillos, por si nos dicen «¿manos arriba1», pero tampoco es aconsejable frotárselas, no vayan a creer que somos uno de esos tipos que se están enriqueciendo con la crisis.
A mí me gustaba pasear cuando era joven. Ahora necesito muchos factores favorables, entre otros que me acompañe alguien y que no haga viento, que es el elemento de la naturaleza que más odio, excepto los huracanes, pero los buenos paseantes son solitarios.
Es verdad que los ojos no envejecen y se ven muchachas en flor, de esas que invitan a creer en la sociedad de Hijas de mi vida, tantas veces propuesta. Tampoco está mal mirar los escaparates, aunque Cela me decía que eso no debe hacerlo jamás un caballero. No sé por qué. Siempre he sentido admiración por la gente que camina hacia ninguna parte y una vez llegada a su destino vuelve a casa.