Un puente hacia todas partes
Este alemán estudió Empresariales en Cádiz y decidió, tras trabajar en el extranjero, abrir una oficina de asesoramiento al foráneo en Chiclana
Actualizado:Una extensión de agua. Llámenlo río, lago, mar o hasta océano. Para cruzar cualquiera de estas opciones hay tres métodos: por uno mismo, si tiene la capacidad anfibia necesaria (de éstos existen pocos); con un medio de transporte, sea barco o avión; o a través de un puente que se construya al uso. Cádiz sabe algo de el tercer método. Michael Tappe, un alemán que se empeña en que la economía fluya entre la provincia y el resto del mundo (y entre el resto del mundo y la provincia) lo máximo posible, también.
Tappe vino a España apenas cumplida la mayoría de edad. Estudió Empresariales en la Universidad de Cádiz. Luego, su vida continuó mientras su mente recordaba el potencial de la tierra gaditana. Adquirió experiencia en las finanzas internacionales, no paró de viajar (habla seis idiomas: andaluz -para un centroeuropeo no es ninguna broma esta distinción-, español, alemán, inglés, francés y holandés) y en 2001, con 26 años, decidió que era el momento de plasmar aquel proyecto que nunca le abandonó, una oficina de asesoramiento integral al extranjero. Se llamó Oace Consultores, se instaló en Chiclana y de las tres personas que trabajaban al principio se ha pasado a las 12 de la actualidad.
En la plantilla hay de todo: filólogos, abogados, economistas, graduados sociales... «Ofrecemos un apoyo a cualquier cosa que pueda necesitar un ciudadano de otro país en esta zona», resume el máximo responsable de la compañía. Representación legal, información económica, burocrática, traducciones en documentos oficiales... Y el puente, no nos olvidemos del puente del que hablábamos al principio. «Servimos de punto de encuentro entre las empresas extranjeras y las gaditanas; les exponemos a las de fuera en qué pueden invertir y les explicamos a las de aquí qué oportunidades tienen en otros países», señala Tappe, convencido de que los caminos de ida y vuelta a Cádiz son numerosos y, en la mayor parte de las ocasiones, todavía inexplorados. Convencido de la necesidad de construir puentes para lo que haga falta y a quien haga falta. «Esta provincia disfruta de un potencial enorme: un clima excepcional, un entorno con todas las posibilidades y una mano de obra dispuesta a trabajar y cualificada». Michael Tappe no se abona al pesimismo y muestra una confianza insobornable hacia su tierra de adopción. Al principio, cuando Oace dio sus primeros pasos, la lógica de la idea era aplastante: en una provincia como la gaditana, en una ciudad como la chiclanera, residía una colonia de ciudadanos europeos con los problemas propios de vivir en otra cultura.
Más posibilidades
De aquella premisa nacieron todo tipo de posibilidades, hasta llegar al principal mercado actual de Oace: el intercambio comercial. Hacia fuera, los empresarios oriundos deben aprovechar «todo eso que tienen aquí y no existe en otros lugares», apunta Tappe. Sería el caso de la alimentación: «La gastronomía de calidad es un valor seguro y diferenciador, pero no quiero reducirme a un sector, porque todos los empresarios poseen algo que pueden vender al extranjero con tal de que piensen un poco en ello». Hacia dentro, del planeta hacia Cádiz, Tappe expone dos ejemplos con mucho recorrido y que, pese a que pueblan todos los informes, no terminan de exprimirse. Los puentes, en este caso, se llaman energía verde y turismo. La primera actividad no debe por qué considerarse un cortijo para multinacionales; las renovables dan igualmente calor a las pymes.
El turismo es más complicado. Michael Tappe, que desde su oficina chiclanera ha observado durante un decenio cómo evoluciona el sector, recomienda a las administraciones que «crean de verdad en el turismo y que lo pongan en manos de profesionales que desarrollen realmente todas las posibilidades, que un Ayuntamiento no tenga miedo de contratar al mejor asesor turístico para que le dé resultados reales». Eso sí, para que el modelo evolucione favorablemente, también recomienda dejar localismos aparte: «Estamos en Chiclana y todo es absolutamente distinto que en San Fernando; cada uno quiere hacer las cosas a su manera».