La policía se pone seria
Con operaciones contra la droga como la del miércoles en Sanlúcar a uno le duele menos tener que pagar sus impuestos
Actualizado:Aquí estamos. Y no vamos a poneros las cosas fáciles». Ese fue el mensaje que Policía y Guardia Civil mandaron alto y claro el miércoles por la noche a los narcotraficantes que han hecho de Sanlúcar su particular cortijo. De un tiempo a esta parte, la desembocadura del Guadalquivir se ha convertido en un auténtico supermercado de la droga, en un nuevo Barbate.
El lunes la Fiscalía de Cádiz lanzaba un mensaje de socorro. Un aviso a quien proceda de que están desbordados, que se han multiplicado de tal manera los fardos de hachís, cocaína y demás porquerías en la zona que son incapaces de poner orden. Y que -como alguien no lo impida- aquello se va a convertir en una auténtica ciudad sin ley.
Un helicóptero, dos patrulleras, más de un centenar de agentes... todo un despliegue que, sólo con verlo, hace que a uno le duela menos pagar sus impuestos. Los narcos tienen que saber que, como decía la alcaldesa sanluqueña en estas mismas páginas, Sanlúcar no va a vivir de la droga. Y es que al margen del hecho -ya de por sí gravísimo- de que se instalen allí las mafias, está el drama social que provoca.
Cualquier chaval sabe que, en una noche cargando fardos, se saca lo que otros tardan meses en ganar trabajando en la barra de un bar, en una obra o saliendo a faenar en un pesquero. Cualquiera que tenga una mínima relación con Barbate sabe que hay muchos jóvenes -algunos incluso recién salidos de la adolescencia- que han echado su vida a perder por una noche en la que, cuando esperaban escondidos a que llegara un cargamento, se vieron sorprendidos por la Guardia Civil.
Tristemente hay demasiadas madres sanluqueñas y barbateñas que visitan Puerto II cada semana para ver a unos hijos que, por culpa del dinero fácil que ofrecen estos indeseables, cumplen una condena que de haber nacido en San Fernando o Algodonales, probablemente nunca les hubiera caído.
Así que, del mismo modo que en otras ocasiones toca la crítica, en esta ocasión no cabe otra cosa que felicitar a todos y cada uno de los agentes que participaron en la macrooperación del pasado miércoles. Y por supuesto, esperar que se repita, que no sea un hecho aislado, que no se quede en una demostración de poderío. Sólo así se acabará con este drama.
'JUICIOS RÁPIDOS'
Y de un drama general, a otro particular. El que vive Óscar Jiménez, el joven gaditano que una mañana de octubre conducía su furgoneta por la Nacional 340, la maldita 340. Hubo un accidente. Chocó de frente con un monovolumen en el que viajaban Esther Arroyo y Ana Torroja junto a otros tres acompañantes. Uno de ellos resultó muerto. Los demás, gravemente heridos. La maquinaria de los medios de comunicación rápidamente se puso en marcha y, probablemente de forma inconsciente -sin descartar el término irresponsable-, todos los dedos le apuntaron a él como culpable. Y todo mientras se debatía entre la vida y la muerte en el clínico de Puerto Real. Se le sometió a un juicio rápido sin que ni tan siquiera se supiera lo que decía el atestado. Afortunadamente, Óscar vivirá. Y será el juez quien decida quién fue el culpable. Al menos le queda el consuelo del apoyo recibido por la propia familia de Esther Arroyo, que se ha interesado por su estado en sus días de convalecencia.
LA LOTERÍA DE LOS PISOS
3.638 solicitudes. Sólo seis pisos. Suerte. El problemón de la vivienda en Cádiz, no por conocido, deja de ser llamativo. Quien tiene un piso tiene un tesoro. Y al que le toque en un sorteo, ya puede darse con un ladrillo en los dientes. Más de 3.600 solicitudes para sólo seis casas. Una auténtica bonoloto. Así están las cosas en esta ciudad sin suelo, con tanto paro, sin recursos, con tanta crisis.
'ESCAQUEOS' CON LAS MULTAS
«Buenas, traigo una carta para Fulanito de tal». «¿Qué es? ¿Una multa? Uy, que va, aquí no vive ya». Cerca de 90.000 euros ha dejado de ingresar el Ayuntamiento de Cádiz en lo que va de año por culpa de los denominados conductores ilocalizables. Aquellos a los que no se les puede notificar que les cazó el radar móvil o que aparcaron encima de un bordillo. Obviamente hay que creer en la buena fe de las personas y conceder el beneficio de la duda. Quizá en algunos casos sea cierto que han cambiado de dirección o que simplemente están fuera de Cádiz en estos momentos. Pero son más de mil las multas sin cobrar por este motivo. Demasiadas parecen. Al final tendrán que pagarlas, además con recargo del 20 por ciento, pero la primera reacción -servidor también ha vivido esta experiencia- es la de negarlo. «No, aquí no vive nadie con ese nombre. ¿Cómo dice? Que le ha tocado un piso. Ah, entonces sí, hombre, que le había entendido mal».
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