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COBRADOR. Juan Ángel Fernández lleva siete años cobrando cuotas. / T. S.
REPORTAJE

La crisis impone su penitencia

La situación económica general se particulariza en las hermandades, sus ingresos y sus gastos de modo inevitable. ¿Cómo lo viven quienes han de gestionar o recibir los dineros cofrades?

GABRIEL ÁLVAREZ
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Un hermano mayor preocupado decía, días atrás, que cuando, en la actual situación económica, las familias revisan sus gastos mensuales para intentar recortarlos, entre aquellos en riesgo se encuentran los que sustentan la pertenencia a asociaciones y hermandades. Si es para tanto o no el tiempo será el que dé o quite razones. Comprobémoslo aunque, en cualquier caso, la presencia de esa inquietud ya es suficiente penitencia impuesta por la crisis.

Juan Ángel Fernández Ortega, cofrade de la Yedra, lleva la cobranza de cuotas de hasta tres hermandades. Siete años de experiencia y su conocimiento del universo cofrade le otorgan un bagaje envidiable. «La verdad sea dicha es que yo he cogido hermandades atrasadas hasta cuatro años en el cobro de sus cuotas y me sorprende cómo responde la gente», dice. Sin embargo no oculta que «lo que sí veo es que las bajas llegan cuando los jóvenes comienzan a dejar de tener pagadas las cuotas por parte de los padres».

De modo más general «la gente va pagando, aunque les cuesta», dice Juan que señala un truco: «Intento dar la batida a primeros de mes». Tampoco las cofradías olvidan ciertos métodos con los que consolidar mejor los ingresos de los hermanos. Por ello se generaliza la unificación mensual de cuotas y papeleta de sitio para salir en Semana Santa. De este modo, por poco más al mes, queda prorrateado el precio de la segunda. No tener que pagar la papeleta en Cuaresma es argumento lo suficientemente disuasorio.

Cuotas y papeleta unidas

Entre lo negativo cabe señalar el temor de que se produzcan bajas entre quienes no salen en la procesión y que ven cargada en su cuenta la correspondiente papeleta. Las juntas de gobierno barajan la idea de que, salgan (obligación estatutaria) o no, es normal que todos los hermanos costeen la salida de Semana Santa. Luego llega la experiencia indicando que estas bajas son mínimas. Se cumple un primer objetivo. El segundo es logro colateral: si se ha pagado la papeleta... ¿por qué no vestir la túnica?

Angustias, Candelaria, Consuelo, Redención, Mayor Dolor, Santo Crucifijo de la Salud, Yedra, Exaltación o Cristo de la Expiración ya lo tienen en marcha. La Sagrada Cena llegó a plantearlo y, aunque fue rechazado, en el mismo cabildo terminó sacando adelante subidas del precio tanto de las cuotas como de la papeleta de sitio. No parece que sean los cofrades gente que se arredre ante la crisis. Y, en cualquier caso, no se confían en las juntas de gobierno por si, como dicen, el año 2009 viene aún peor.

Si lo comenzamos tocándonos la Lotería de Navidad mejor. Eso debe pensar Miguel Ángel Bernal Soto. Es tesorero del Santo Crucifijo y esta semana sellaba las participaciones con el ánimo de que ello le ayude a cerrar mejor las cuentas del curso en marcha. «Empieza a dar pequeñas señales», dice al respecto de la crisis. Y reconoce notarlo en que los hermanos se llevan menos Lotería de Navidad o que la gestion de cobros resulta más laboriosa. «La incidencia real la veremos al cierre del ejercicio 2008», añade.

Medidas imaginativas

«Intentaremos controlar los costes y poner en marcha medidas imaginativas», dice Miguel Ángel, quien ya apunta la necesidad de suprimir los gastos de correo postal y aprovisionarse de las direcciones de correo electrónico del mayor número de hermanos. La búsqueda de recursos extraordinarios o el establecimiento de planes personalizados de pago procurarán en el Santo Crucifijo, como en otras, que «nadie quede fuera de la hermandad por temas económicos».

Entre los gastos más llamativos que contemplan los presupuestos cofrades se encuentran los encargos a los artesanos que crean o cuidan su patrimonio. Ildefonso Oñate es un joven orfebre con taller cada vez más activo. Al respecto de la presumible crisis lo tiene claro: «Los encargos no disminuyen, yo estoy bien de trabajo». Asegura que a la orfebrería no ha llegado la crisis. Y lo más parecido que percibe es mera anécdota: «Hay hermandades que piden que cobre una vez llegue el dinero de la Unión de Hermandades».

Pese a todo «con los proveedores sí se va notando», señala Oñate reconociendo ciertas dificultades en las empresas a las que compra el metal. La cruz de guía de la Hermandad del Resucitado de Jerez, varias candelerías, algunas cartelas para un paso y hasta un trono para la Semana Santa de Barcelona son, sin embargo, encargos que verifican, en este taller, que no cesa el esfuerzo cofrade por mantener o acrecentar su volumen de enseres. Seguimos sin apreciar, por tanto, efectos graves de la crisis.

«En algún lugar encontraremos, sin embargo, signos visibles», me aseguraba yo mismo queriendo encontrar crisis, al menos, en el tradicional escaqueo del que muchos llaman impuesto diocesano. Estamos hablando del 5% de todos los ingresos en concepto de la aportación de las hermandades al Fondo Común Diocesano. El Código de Derecho Canónico lo indica en el canon 1.134 y, a qué negarlo, ha sido siempre acogido con el clásico desdén en el seno de las hermandades.

El 'impuesto diocesano'

Pero fue consultar al delegado de Hermandades y Cofradías, Joaquín Perea Montilla, y encontrar una respuesta inesperada dado el poco cariño que se le ha tenido siempre al mencionado pago: «Hay un porcentaje muy elevado de hermandades que están al día (alrededor del 80%) o que, al menos, están intentando ponerse al día». Acabáramos. ¿Encima se abona el porcentaje de marras! ¿Y la crisis? ¿Será verdad aquella presunta inexistencia mantenida en sus inicios desde ciertas esferas políticas? Me da que no, pero...

Pero, esta procesión por la crisis tenía previsto finalizar recapitulando las ayudas prestadas en una bolsa de caridad. Si las cuentas de las hermandades no nos hablan de crisis quizá sí lo haga el capítulo de prestaciones a los más necesitados. En San Telmo, donde terminaban la recogida de cuanto recordaba los fastos recién culminados en torno a María Santísima del Valle, el responsable de la bolsa de caridad que lleva el nombre de la Virgen, Ismael Pérez Vilches, nos ofrecía la interminable lista.Treinta y tantos mil euros al año salen al encuentro de instituciones como el Comedor del Salvador (huevos), Hermanitas de los Pobres (pan), Proyecto Hombre (leche), Siloé (pan), Adonais (recibo del agua), AFA Merced (electricidad), Fundación Paz y Aflicción (dinero), piso de acogida de AFACESJE (segundo plato de comida, fruta...), Cedown (dinero en efectivo), Cáritas parroquial de Madre de Dios (ayuda económica), Cáritas parroquial de San Rafael (ayuda para el Modulo Social)...

El suma y sigue en el que se haya embarcada la Bolsa del Valle es un signo: la crisis existe. Con todo, las cofradías parecen más dadas a ayudar a resolverla que a sufrirla realmente. Mejor así.