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LA RAYUELA

¿Refundar el capitalismo?

MANUEL VERA BORJA
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Si le preocupa que el capitalismo sea realmente refundado, o simplemente acicalado al estilo lampedusiano (Lampedusa en El Gatopardo: «Algo debe cambiar, para que todo permanezca igual») puede usted relajarse y disfrutar de este luminoso fin de semana. Porque en la reunión del G-23, hoy en Washington, no van a tener tiempo ni de saludarse, cuanto más de ponerle el cascabel al gatopardo del capitalismo. Recordar tan sólo que en el escenario de la salida de la Gran Depresión, en 1944, la cumbre de Bretton Woods, tardó tres semanas en poner las bases del Banco Mundial, el FMI y el patrón dólar-oro. Así que en las tres horas previstas para esta cumbre, sólo habrá palabras y cuanto más vagas mejor. Como dijo el vicepresidente Solbes con su mejor sorna: «Uno no entra a desayunar un café con churros y por la tarde está refundando el capitalismo».

Por allí no van a ver a Obama. Será el máximo responsable del desastre, el Pato cojo Bush (manco, sordo y ciego), quien presida la reunión. A estas alturas, sólo el conferenciante de Georgetown (a costa de los impuestos de los madrileños), Sr. Aznar, le defiende: «Hay que seguir la senda de Bush». Gente sensata y bien informada como el periodista Lluís Bassets, sólo ha encontrado en la historia de EEUU un presidente tan nefasto e impopular como él: Harry Truman (Hiroshima, Guerra Fría y Guerra de Corea), aunque Bush le gana en mediocridad (Presentación del libro La oca del Sr. Bush)

Ni que decir tiene que Bush es lampedusiano: «no es un fracaso del libre mercado» dice, «la respuesta no debe ser reinventarlo... Como cualquier sistema inventado por el hombre, el capitalismo no es perfecto. Puede estar sujeto a excesos y abusos. Pero es, de lejos, el más eficiente».

A estas alturas de la historia, que para nada ha terminado como aseguraba Fukuyama, el capitalismo campea a sus anchas en el final de la utopía racionalista del socialismo. Sólo híbridos contra natura como el Capitalismo de Estado chino, el nepotismo cutre de Corea del Norte o el caudillismo castrense de Chaves o Castro están en la otra orilla. Pero cuando se habla del capitalismo se designan políticas, gobiernos o ideologías muy distintas. Es como la Iglesia, que siempre acierta -y por ello sobrevive- estando «en misa y repicando». Curioso que el Obispo de Munich, Reinhard Marx, haya editado un libro con el mismo título del de Carlos Marx «El Capital», en el que ataca «la especulación salvaje» y declara pecado el capitalismo radical por su relación directa con la codicia.

En el capitalismo cabe desde el neoliberalismo individualista a la socialdemocracia solidaria. Ese es el campo donde se juega el partido. Las respuestas van desde el lampedusiano engorde de quienes han creado la crisis con las políticas articuladas hasta ahora, hasta una refundación del capitalismo (norteamericano) por la vía socialdemócrata: sanidad y educación universal gratis, estado del bienestar, control del mercado, penalización de los delitos económicos, eliminación de los paraísos fiscales (¿para cuando?), desarrollo sostenible (medioambiental) y codesarrollo mundial, etc.

Tengo que darle la razón a los dos Marx, el economista-sociólogo y el obispo, sobre que la raíz del mal del capitalismo es haber olvidado la ética en el camino. Su refundación debería pasar por inscribir la conducta económica en los moldes de la ética y el código penal.