Misiles
Actualizado:El pobre Kant, mientras paseaba por su Königsberg natal, opinaba que los ejércitos permanentes debían desaparecer con el tiempo. Lejos de aquel inocente sueño, ahora Königsberg se llama Kaliningrado, es Rusia y va estar lleno de misiles que alcanzan centenares de kilómetros, al contrario del filósofo, que prácticamente no se movió de su ciudad. Ocurre que los dirigentes rusos se han calentado y quieren revivir la Guerra Fría. En vez de convencer a los americanos de que quiten sus cohetes, el presidente Medvédev opina que lo mejor es poner más material bélico en la zona, músculo contra músculo. Y lo hace alegando la seguridad de los ciudadanos rusos. Lo que pasa es que luego te acuerdas del asalto a la escuela de Beslán o a aquel teatro de Moscú y te entra el tembleque. No estaría de más que rusos y estadounidenses rehicieran su amistad y dejaran de crear nuevos problemas, que hay para dar y tomar.
Ignacio García. San Fernando