A 600 KM

Bernd Schuster

Dentro de unos años (espero que sean muchos) podré contarle a mis hijos que yo estuve en el Bernabéu el día que el Real Unión de Irún marcó tres goles en noventa minutos y tumbó al Madrid de la Copa del Rey. Han pasado más de 24 horas y aún guardo intacto en mi memoria el momento en que Eneko Romo conecta ese cabezazo que ya forma parte de la historia de nuestro fútbol. Cualquier buen aficionado a este deporte tuvo que gritar en el sofá de su casa al ver esa jugada. El momento en que salta todo el banquillo irundarra para formar una piña detrás de la portería de Dudek es uno de las imágenes más bonitas que jamás había visto en un terreno de juego. Es el triunfo del fútbol modesto. El equipo que hizo la machada representa al Xerez Deportivo y a otros tantos y tantos equipos que luchan día a día para hacer una machada de esa magnitud.

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Mientras abandonaba el estadio, guardé delicadamente la entrada del partido en mi cartera, consciente de que había presenciando en directo una noche de fútbol inolvidable. No tenía la misma cara Bernd Schuster, un jerezano de adopción que todavía a estas horas sigue siendo entrenador del Real Madrid. Su cara de "contigo no bicho" es impropia de alguien que lleva tantos años en este mundillo. No logro explicarme como una persona que tiene todo en la vida puede ser tan distante con el resto de los mortales. Ese carácter alemán (por decirlo de una forma educada) es ahora mismo el principal problema que tiene el equipo de Concha Espina. Schuster no trasmite confianza, y eso los jugadores lo notan. Un título de Liga puede tapar agujeros durante varios meses, pero no se pueden poner diques al mar. Este equipo es una ruina.Si hacemos una reflexión echando la vista atrás, el técnico teutón es peor entrenador que cuando estuvo en Chapín. Con el Xerez Deportivo no logró el ascenso a primera, pero si se ganó el respeto de todo un país, algo que ahora ha perdido. Su fría felicitación a Iñaki Alonso, míster del Real Unión, es un ejemplo más de lo que no debe hacer un entrenador. Por culpa de mi padre, siempre admiré el juego de Schuster, pero a las personas hay que juzgarlas por sus actos, y yo nunca defenderé a un profesional que cada semana intenta ridiculizar a un periodista. El tiempo pone a cada uno en su sitio.