EL COMENTARIO

Perderlos de vista

Además de por el hecho en sí, hay otras razones emparejadas y de la misma índole entre ellas por las que me gusta que Obama haya ganado las elecciones en EE UU. La primera, que al perder McCain, también perdemos de vista a Sarah Palin, a la que ya supongo de vuelta en el cosmopolita Anchorage jugando a tirarse cantos de hielo con su maravillosa familia o pescando salmones a tiros de fusil de asalto en el río Yukon o buscando oro en el Klondike, como los personajes de los cuentos de Jack London -porque lo de que le vayan a dejar volver a presentarse dentro de cuatro años, después del papelón de palurda, no se lo cree ni Homer Simpson-. Y segunda, más de lo mismo. Que por fin se acabó el nefasto Bush -el único que quedaba en activo del lamentable triunvirato de la foto de las Azores- y con él un personaje tan temible y feroz como era Condoleezza Rice. Sin duda un tiburón como la Rice seguirá teniendo un gran poder, en las sombras -más bien tinieblas, invisible-, pero al menos ya no será secretaria de Estado.

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Es algo que me encanta de las elecciones cuando pierden los que quería que perdieran y acto seguido los defenestra su propio partido por perdedores o cuando termina el mandato de los anteriores sin posibilidad de vuelta: a todos los que se pierde de vista, en principio para siempre. Es un alivio que me recuerda al colegio cuando acababas el curso. No sabías a ciencia cierta quiénes iban a amargarte la vida en el curso siguiente, pero al menos te constaba que habías perdido de vista al 'Tino', a 'Catarro', 'Cepillo' o 'Morroputa'.

Qué alivio cuando Aznar declaró que no iba a volver a presentarse a las elecciones -en los momentos más bajos de Rajoy, es decir, cualquier momento, fuimos muchos los que temimos que volviera en plan Pelayo el reconquistador-, cuando por fin tendieron el puentecito de plata para que se abrieran de una vez Acebes y Zaplana o cuando María San Gil anunció que abandonaba el negociado. Y en 'Qué verde era mi valle', qué cosquilleo tan agradable cuando Arzalluz levó anclas hacia los puertos de invierno, Begoña Errazti dejó de ser la rotunda cabeza de EA o Joseba Egibar, ese hombre de una sola pieza, no consiguió la 'makila' de guía del pueblo ancestral.

Voy a dejarme caer un rato en la dulce ensoñación que produce el opio de la esperanza bien fundada y anticiparme con el anhelo al ya cercano día que perderemos de vista, tras las elecciones de marzo de 2009, al lehendakari vasco y sus consejeros.