Otra vez Afganistán
El domingo nos hemos levantado con la triste noticia de que otros dos militares han fallecido en acto de servicio en Afganistán. Ya son ochenta y nueve. El cabo primero Rubén Alonso Ríos y el brigada Juan Andrés Suárez García. Añadir además otros cuatro heridos: el cabo primero Antonio Cures García, en estado grave, así como el capitán Enrique Dopico Rodríguez, el sargento primero Gonzalo Miguélez Diéguez y el cabo Alberto Cao Pérez, estos tres últimos en estado leve.
Actualizado:Los militares tenemos interiorizado -no puede ser de otra manera- que bien sea por accidente, bien como consecuencia de misiones de paz o de guerra, e incluso con motivo de atentados terroristas, que es una posibilidad cierta que uno deba entregar llegado el caso, su propia vida en defensa de España. Por lo tanto, el supremo deber no es algo ajeno a la condición militar, por doloroso que éste sea. Así nos lo recordó el pasado día uno, el general director de la Academia General Militar a los asistentes al acto de Jura de Bandera de los cadetes recién ingresados, entre los que se encuentra un sobrino mío a quien desde aquí le deseo el temple necesario para el cumplimiento de sus futuras obligaciones.
Pero una cosa es entregar la vida en defensa de España y otra muy distinta es morir como consecuencia de la ineficacia del mando o de la ineptitud o desinterés del poder político de turno, quienes entre otras cosas, a veces no evalúan o no quieren evaluar correctamente los riesgos que corren las tropas que dirigen y mandan; ni las dotan del material y medios necesarios para poder desempeñar su función sin correr más riesgo que el propio de la misión de naturaleza militar que tienen encomendada, sin riesgos añadidos sin causa ni razón que los justifique.
Una buena lección de patriotismo y de responsabilidad profesional nos la ha dado el jefe de las Fuerzas Especiales Británicas (SAS), desplegadas en Afganistán, el mayor Sebastián Morley, quien recientemente ha presentado su renuncia por lo que el mismo ha denominado «negligencia» del Gobierno y del Ministerio de Defensa, ya que no atendieron sus advertencias ni sus sugerencias sobre la falta de seguridad de los británicos desplegados en Afganistán, lo que ha costado varias bajas.
Morley advirtió en repetidas ocasiones que habría muertos si las tropas seguían utilizando los muy vulnerables y controvertidos vehículos Snatch de la marca Land Rover, sin protección eficaz contra el fuego y minas enemigas. Como consecuencia de ello, y según el mayor, la cabo Sarah Bryant -primera mujer militar británica fallecida en Afganistán- y otros tres compañeros suyos, todos ellos miembros de las SAS, murieron innecesariamente cuando su vehículo resultó alcanzado por una mina en Helmand, al sur del país, en el mes de junio pasado.
El mayor Morley atribuyó estas muertes a la «falta de inversión crónica» en material por parte del Ministerio de Defensa. Quizá haya que ser primo de la fallecida princesa Diana, como es el caso del mayor Morley, para poder hacer este tipo de afirmaciones sin terminar con sus huesos en una cárcel militar.
En España serían inconcebibles este tipo de manifestaciones, ya que el silencio y el monopolio de la verdad oficial cubren como un manto cualquier intento de crítica. El gasto en Defensa de España sigue siendo el más bajo entre los aliados europeos de la OTAN. El presupuesto de Defensa español es una quinta parte del británico o del francés, una cuarta parte del alemán y un tercio del italiano. España se encuentra, por su esfuerzo militar en Defensa, muy lejos de las grandes potencias europeas.
El presupuesto de Defensa en España no ha hecho más que disminuir en los últimos años, hasta alcanzar una situación de raquitismo presupuestario que, en mi opinión, pone en entredicho la adecuada operatividad de las Fuerzas Armadas. Se han dejado pasar años de expansión económica y superávit presupuestario para poder dotar adecuadamente a nuestros Ejércitos. La crisis impedirá durante algunos años cubrir las deficiencias. Deficiencias que la verdad oficial negará, como negó la crisis hasta que ésta nos ha arrollado.
Además de problemas presupuestarios las FF AA tienen que sufrir las consecuencias de una inadecuada gestión geopolítica del conflicto afgano, ya que desde hace un par de años la situación en dicho país no hace más que empeorar, sin que las potencias aliadas consigan alcanzar un acuerdo que permita dirigir su acción eficazmente y así conseguir la plena pacificación de la zona. De hecho, es pública la división que existe incluso dentro de la OTAN acerca de la situación afgana.
Parece fuera de toda duda que es necesario incrementar las tropas en Afganistán, pero nadie da el paso al frente, lo que equivale a que los talibán avancen y consoliden posiciones, de hecho, el Atlantic Council of the United States comenzaba un reciente informe con las siguientes palabras: «No se deje engañar, la OTAN no está ganando en Afganistán».
¿Y Obama?, ¿qué dice Obama sobre Afganistán? Pues Obama incluyó a Afganistán en su gira como candidato a las elecciones presidenciales, lo que es de agradecer, sobre todo de cara a poder opinar sin intermediarios sobre un asunto tan importante para la seguridad internacional. Obama se ha manifestado públicamente partidario de incrementar las tropas en Afganistán, incluso apunta directamente a Pakistán, llegando a decir que «Se trata de Afganistán y de Pakistán. Debemos ocuparnos de Pakistán, donde Al Qaeda tiene santuarios seguros. Los paquistaníes no han hecho lo que se debe hacer. Hasta que no enfrentemos esto, los norteamericanos no estarán a salvo en casa».
Veremos si Obama es capaz de poner orden en la OTAN y convencer a las naciones aliadas de su propósito y liderar la acción que Occidente necesita ejercer en Afganistán para poner fin a la pesadilla talibán y al terrorismo internacional de Al Qaeda, que el domingo nos costó la vida de dos militares españoles.