MERCADO. Una niña protege con un paraguas las patatas que trata de vender en Kibati. / REUTERS
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Cercados por el horror en Congo

El Ejército arrasa varios pueblos y provoca el pánico en la calle

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Los habitantes de siete aldeas situadas en la provincia de Kivu Norte han sido objeto de saqueos por parte de militares pertenecientes al Ejército regular de Congo. La noche del lunes, los soldados irrumpieron en estas poblaciones, ubicadas a 150 kilómetros de Goma, la capital, con disparos de armas pesadas y ligeras, generando el pánico. Además de la rapiña de abundantes bienes de primera necesidad y vehículos para transportarlos, tuvieron lugar varias violaciones y dos civiles resultaron heridos. Tras cometer los abusos, los culpables, pertenecientes a la cercana base de Bwito, huyeron hacia el norte mientras que tres cuartas partes de los afectados han buscado refugio en áreas montañosas.

Paralelamente, Joseph Kabila, presidente de la república, ha pedido a la misión de la ONU (MONUC) una «investigación independiente» en torno a la masacre de Kiwanja, una población cercana a estas pueblos, en la que aparecieron sesenta cadáveres de jóvenes vecinos tras su ocupación por las tropas rebeldes. Según las organizaciones humanitarias, las víctimas fueron ejecutadas la pasada semana por su presunta adscripción a los grupos Mai Mai, vinculados con el Gobierno y enemigos de las guerrillas del ex general Laurent Nkunda.

El caudillo levantado en armas ha recibido el apoyo público del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND), una milicia que combate en el sur de Nigeria y que denuncia al extrema pobreza de los habitantes de una región rica en yacimientos petrolíferos. Sus frecuentes actos de sabotaje han provocado la reducción de los ingresos por la venta de crudo. El ofrecimiento incluye el envío de quinientos combatientes, además de ayuda en tácticas de guerra y entrenamiento.

Emergencia humanitaria

Las agencias de la ONU califican de «agujero negro humanitario» la situación en esta zona, afectada por los enfrentamientos entre las milicias del ex general Laurent Nkunda y las fuerzas nacionales. La intensificación de los combates ha provocado la suspensión de la ayuda en Rutshuru, la zona en la que se produjeron los abusos contra la población, y miles de desplazados no cuentan con comida, agua y material para guarecerse. La asistencia sanitaria sólo puede ser cubierta por los servicios de un hospital de Médicos sin Fronteras.

Según el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, resulta especialmente preocupante la situación de 65.000 acogidos en dos campos de Kibati. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud alerta sobre el riesgo de propagación de casos de cólera, ya que los campos para desplazados carecen de agua potable, y esta enfermedad junto al sarampión, la fiebre amarilla o la tuberculosis, tiene carácter endémico. Unicef también ha denunciado el reciente reclutamiento forzoso de 37 niños por los rebeldes. Según explica la entidad, los muchachos son obligados a empuñar armas y participar en los enfrentamientos, mientras que las niñas se convierten en esclavas sexuales.

El conflicto del este de Congo se ha reanudado tras la ofensiva desatada por Nkunda a finales de agosto y recrudecida en las últimas semanas. Su formación, el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, ha alentado el conflicto entre la etnia bayamulenge, de origen tutsi y apoyada por Ruanda, contra los hutu exiliados y las milicias Mai Mai, afines al Gobierno de Kinshasha. Se calcula que, tras el segundo gran conflicto, finalizado en 2003, un millón de personas había abandonado su hogar y las condiciones de vida eran sumamente precarias por la destrucción de las infraestructuras. Las ONG humanitarias calculan que la reanudación de los choques ha sumado otros 250.000 desplazados internos.