Esta es una de las dos imágenes que se conservan del cantante.

La leyenda de Robert Johnson

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No fue un gran estudiante en el colegio pero su maestría con la guitarra marcó un antes y un después en el blues. Robert Leroy Johnson nació en Mississippi en 1911, y aunque la tierra en la que se crió Jonson era y es cuna de voces negras, nada hacía presagiar el rotundo éxito de este muchacho.

Al término de los años 20, comienza a coquetear con la guitarra, frecuentando los establecimientos en los que otros músicos actuaban. Así, mediante la observación y alguna que otra lección de Willie Brown y Charlie Patton, Johnson se empecinó en depurar su técnica. Viajes por todo el Delta del Mississippi, Canadá o Nueva York curtieron sus manos y su voz.

Las cosas no le iban de todo mal hasta que, en 1929, se casa con Virginia Travis, quien muere junto a su bebé en el momento del parto. Este duro golpe vuelca aún más al músico en su trabajo y le lleva a compartir escenario con Son House en los primeros años de los 30. No sería hasta 1936 que la joven promesa, que contaba por aquel entonces con 25 años, grabase sus primeras canciones. En total se conservan 29 composiciones, registradas en dos ocasiones: los días 23, 26 y 27 de noviembre de 1936, en un cuarto del Hotel Gunter de San Antonio (Texas) y, el 19 y 20 de junio de 1937, en un edificio de oficinas de Dallas. Poco tiempo después, moriría.

Sin embargo, ni siquiera su desaparición el 27 de agosto de 1938, terminó con la leyenda del bluesman. Quizás la falta de documentación que de él se conserva y el hecho de que se convirtiese en un mito para las posteriores generaciones, han podido terminar con la creencia de que Robert Johnson entregó su alma al diablo a cambio de poseer los conocimientos musicales necesarios para llegar a ser un gran guitarrista. Verdad o mentira, lo cierto es que el artista tampoco hizo nada por acallar los rumores extendidos acerca de su promesa con Satanás. De hecho, Johnson era dado a desaparecer de manera repentina después de sus actuaciones o de potenciar su voz fantasmagórica ante el público.

No obstante, quienes lo conocieron, destacan de él su virtuosismo y capacidad de interpretación. Hay quienes afirman que, estando en una habitación rodeado de gente y manteniendo una conversación, era capaz, al día siguiente, de reproducir nota a nota la música que sonaba en la radio durante la velada. ¿Sería cuestión de talento?

Sea como fuere, con hazañas así no es de extrañar que artistas de la talla de Muddy Waters, Elmore James, Ry Cooder, Keith Richards, Bob Dylan , John Mayall, Eric Clapton o Peter Green sientan verdadera devoción por esta excepción de la historia del blues.

Otro bluesman toca esta noche en la sala Damajuana. No te pierdas la actuación de El corral de Alan.