El Ejército despide entre lágrimas a los dos militares asesinados en Afganistán
Los Príncipes de Asturias arroparon a los familiares en el funeral oficiado en Pontevedra
Actualizado:Familiares, autoridades y compañeros de la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat) despidieron ayer en el cuartel de Figueirido (Pontevedra) a Rubén Alonso Ríos y Juan Andrés Suárez García, los dos militares asesinados el pasado domingo en un atentado suicida en Afganistán.
El funeral, cargado de emoción y dolor, se convirtió en un acto de amparo hacia los parientes de los soldados, que recibieron el consuelo de los Príncipes de Asturias. Don Felipe y doña Leticia se fundieron en un sentido abrazo con las viudas de los dos militares, así como sus parientes más cercanos, y la imagen arrasó de lágrimas los ojos de los presentes, que ya no recuperaron el sosiego durante toda la ceremonia.
Además del Heredero de la Corona, acudieron al acuartelamiento pontevedrés el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el presidente del Congreso, José Bono; la ministra de Defensa, Carme Chacón, y el líder del PP Mariano Rajoy, entre otras autoridades. No faltó el presidente de la Xunta de Galicia, Emilio Pérez Touriño.
El funeral se celebró en el patio de armas del cuartel de Figueirido en un ambiente gélido que acompañó la hora y media de liturgia. Junto a los familiares de las víctimas se congregaron numerosos amigos de los fallecidos, muy conocidos en el cuartel desde donde salieron hace escasas tres semanas con destino a Afganistán, en su primera misión en el extranjero.
Durante toda la madrugada, parientes y compañeros de Infantería velaron sus cuerpos en una sala habilitada para la ocasión en el acuartelamiento, lo que les hizo rememorar la escena vivida en febrero de 2007 con la soldado Idoia Rodríguez, fallecida en Afganistán, primera mujer soldado muerta en acto de servicio en misión internacional y que también era de la Brilat de Pontevedra.
El funeral comenzó a mediodía con la llegada de los féretros portados por ocho militares cada uno, al compás de la marcha fúnebre. don Felipe y doña Leticia, muy consternada, se acercaron a dar el pésame a las viudas, padres y hermanos de las víctimas, que, desconsolados y con la miradas perdidas, aguantaron el tipo sentados a escasos metros de los féretros. A su derecha, en un altar improvisado presidido por la bandera nacional a media asta, el vicario castrense, general Juan del Río Martín, ofició la misa.
En su homilía recordó a los «soldados valientes de España que han sembrado y siembran los valores que hacen grande a la humanidad: paz, progreso y ayuda solidaria».
A continuación, el coronel Emilio Sarabia les impuso la medalla al mérito militar con distintivo rojo, que reconoce a los caídos en acto de servicio. El himno nacional cerró el sepelio y los soldados volvieron a trasladar los féretros al velatorio.
Ya por la tarde, tanto el cabo Rubén Alonso, de 30 años, casado y con dos hijos, como el brigada Juan Andrés Suárez, de 41, fueron enterrados en Vigo y Carballo (La Coruña), respectivamente, pese a que éste último era oriundo de Mieres (Asturias).