'Catedráticos' virtuales
El avance de las nuevas tecnologías como internet ha permitido la proliferación de nuevos personajes en todos los órdenes de la vida. El arte flamenco no iba a ser menos. Y en conceptos generales creo que nuestro arte ha salido ganando de sobra. Hay mayor información de cuanto flamenco ocurre en cualquier lugar del mundo; un acceso generalizado a archivos sonoros que prácticamente eran inaccesibles, salvo para aquellos coleccionistas que se reservaban el goce exclusivo y un intercambio de opinión de distintos aficionados, globales y abiertos, que siempre tienden a enriquecer con sugerencias y aportaciones. En cambio, al igual que en otro tipo de foros, es cada vez mayor la presencia de catedráticos virtuales, quienes escondidos bajo algún seudónimo -siempre sin dar la cara y en la distancia- no dudan en sacar el látigo del insulto, la palabra mal sonante o el empleo del lenguaje despectivo cuando lee algo que va contra su concepción del arte flamenco.
Actualizado: GuardarEl respeto brilla por su ausencia cuando trata de imponer su criterio chillando con la letra en negrita, que es como vocean, e imponen una autoridad que no va más allá de exhibir cuatro archivos y subirlos a la red. No los verás casi nunca en los más importantes festivales pero se atreven a contradecir los análisis de quiénes asisten a los mismos sin ningún pudor, como si ellos hubieran estado en primera fila.
Insisto en que el enriquecimiento de la opinión flamenca ha subido para bien gracias a las comunidades de internautas, cuando se trata precisamente de compartir, fomentar la amistad y, en todo caso, respetar. Pero a éstos, les protege el anonimato y una valiente ignorancia de cuanto publican como la verdad absoluta del arte e incluso con ataques personales. Al final de todo resultan pintorescos y en su pecado llevan aferrada la penitencia. Dictan sentencias flamencas pero desde un foro, dedican buena parte de sus días al flamenco pero no lo gozan en directo, que es donde el arte adquiere toda su dimensión y naturaleza.
Los catedráticos virtuales me recuerdan en cierto modo a los que salen de ligoteo al ciberespacio. Otra cosa bien distinta es quien mantiene la llama de su afición en la distancia y se tiene que valer del mismo, lo ama y lo comparte, mas no lo usa para cargar sus malas leches contra los demás bajo el antifaz cobarde de un sobrenombre.