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Editorial

Esfuerzos prioritarios

La aprobación por el Consejo de Ministros del cuarto paquete de medidas para afrontar la crisis económica ratificó que el Gobierno se ha fijado como objetivo preferente la respuesta a las dificultades que están encarando las familias afectadas por el acelerado repunte del paro y con recursos menguantes. De hecho, las iniciativas ratificadas ayer presentan una significativa descompensación entre las ayudas previstas para paliar los problemas sobrevenidos y las propuestas dirigidas a incentivar el empleo, desequilibrio que se inclina a favor de las primeras. En el forzoso orden de prioridades que la crisis obliga a fijar al Ejecutivo, resulta comprensible que éste dedique esfuerzos concretos a evitar que la pérdida de puestos de trabajo -más de 190.000 sólo en el mes de octubre- agudice los apuros de los hogares e intensifique, a su vez, la morosidad y la contracción en el consumo. Ese propósito enmarca medidas inéditas como la de permitir un aplazamiento del 50% en las cuotas hipotecarias hasta el 1 de enero de 2010 a los desempleados, autónomos y perceptores de pensiones de viudedad; una moratoria que, al igual que el resto de las propuestas aprobadas para hacer frente al elevado endeudamiento de las familias, evita el riesgo que puede suponer para las entidades bancarias encontrarse con un volumen de impagados inasumible. Con todo, el recurso nuevamente al ICO para financiar o avalar las iniciativas anticrisis está implicando una reorientación de sus funciones que debería comportar una explicación del Ejecutivo sobre el margen aún disponible, como también una evaluación de lo que implicarán los planes promovidos para el déficit del Estado.

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Solbes consideró ayer admisible rebasar el 3% al que restringe el Pacto de Estabilidad europeo si el incumplimiento se debe a medidas de excepción temporales. Pero esa posibilidad no exime en cualquier caso de calibrar si la inclinación hacia una política de ayudas directas y la movilización de recursos públicos consiguiente, aún cuando la coyuntura lo justifique, están ajustándose a los objetivos que se persiguen. La descompensación que se percibe entre esta estrategia y la ausencia de un proyecto integral tanto contra la destrucción de empleo como para reanimar el mercado laboral, propiciando al tiempo un cambio de patrón productivo, apremia al Gobierno a confrontar su diagnóstico y planteamientos con los de la patronal y los sindicatos a fin de diseñar un itinerario de actuaciones más consistentes que el goteo de los últimos meses. La disposición del presidente Rodríguez Zapatero a preparar la cumbre de Washington con Mariano Rajoy y con los agentes económicos y financieros resulta congruente con la identificación de la presencia de España como un asunto de Estado. Pero también cabe exigir ese mismo esfuerzo cuando se trata de reaccionar ante las graves consecuencias internas de la parálisis en la economía real y el alarmante incremento del paro.