Delicias frutales y secas
Con los primeros días de noviembre vuelve el reencuentro con la degustación de las más variadas clases de frutos secos
Actualizado:Con los primeros días de noviembre aparecen en algunas de nuestras tiendas el reencuentro con los frutos secos. Las castañas rondeñas, las almendras americanas o las nueces comienzan a aparecer en cualquier frutero jerezano que se precie. Para saber algo más sobre esta tradición gastronómica, acudimos a la calle Levante. Allí está la tienda de Juan Luis Perea, una confitería clásica donde las haya. Juan Luis todavía recuerda a su padre Joaquín y la cantidad de kilos que se vendían de frutos secos en otras épocas. «Pero las cosas cambian, y hay que evolucionar. Mira este año he vendido más calabacitas de estas pequeñas de walowwen que almendras americanas», subraya.
Las castañas están en su canasto de esparto, brillantes y gorditas. «Estas son de Huelva, pero las he tenido también de Ronda. Buenísimas. Después, cuando acabe la venta a principios de diciembre, comenzamos con la castaña pilonga, y así estaremos hasta los primeros calores», prosigue.
Las nueces también son santo de la devoción de muchos hogares. «Esto es un producto que se pide durante todo el año. Dicen que son muy buenas para el colesterol alto», explica Juan Luis. Y todo una abanico de variedades frutales.
De higo
Mención aparte merece el pan de higo. Una delicia que ya apenas tiene demanda. Sin embargo, son buenísimos de comer, según comenta Perea. «Esto está riquísimo. La pena es que ya apenas se demanda. También recuerdo cuando estábamos en la calle Mesones con mi padre que vendíamos pan de higo en estas fechas por sacos», detalla nuestro hombre.
Con los primeros fríos y los días cortos, comienzan también las costumbres de los todos los Santos. El Tenorio y un buen puñado de piñones o de almendras picadas. «El otro día vino una señora que compró medio kilo de castañas y otro medio de nueces. Me dijo que no le gustaban. Que hasta las regalaba a las vecinas. Lo hacía, simplemente, porque desde pequeña, su padre compraba en estas fechas estas cosas. Así parecía que respondía a la tradición de la familia», añade Juan Luis Perea. Y es que hay ciertas tradiciones que, aunque no se practiquen, merecen la pena mantener.