Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
EN FAMILIA. Ana María y Antonio, con sus hijas Amalia y Emely, disfrutando de una mañana de sábado. / CRISTÓBAL
Ciudadanos

«Los trámites son demasiado largos cuando no hay ayudas»

Antonio y Ana María tienen a sus hijas en casa desde hace un año; María José sigue esperando una respuesta

E. MARTOS
Actualizado:

Como un embarazo largo y difícil, casi como la convalecencia de una operación. Así se refieren muchos padres a los trámites de un proceso de adopción. Son meses de angustia y papeleo hasta que suena el teléfono que informa de que hay un niño que podrá formar parte de una familia. De un año y medio fue la espera de Antonio Soto y Ana María Domíguez, que ya tienen a sus hijas en casa.

Llegaron a Jerez el año pasado, coincidiendo con el cerrojazo a Delphi, donde trabajaba su padre. Cuando una puerta se cierra se abre una ventana, dicen. La factoría se iba a pique, pero aquel no era momento para pensar en la economía, Ana María traía a Amalia y Emely a casa. Los primeros meses fueron difíciles, con dos niñas de pañal y sin experiencia previa, tocó hacer un cursillo acelerado para acostumbrarse y contar con el apoyo de la familia.

«Se adaptaron muy bien. El carácter caribeño es muy parecido al nuestro y son niñas muy tranquilas», dice su madre, a la que se le empiezan a olvidar los malos ratos. Ana María cuenta que eligieron la República Dominicana porque conocían el proceso a través de amigos que ya habían adoptado allí. «Tuvimos que hacernos cargo de todo el papeleo porque no había asociación acreditada en Santo Domingo y ha sido muy caro», aseguran. Por el momento han preferido no echar cuentas, pero la factura puede superar los 20.000 euros.

Antonio lamenta que el proceso sea «tan largo y costoso». Tantos controles, exámenes, viajes, complicaciones. «Tuvimos suerte porque una amiga nos orientó, pero es un desgaste psicológico y emocional muy grande, aunque merece la pena».

En esas está ahora María José Vázquez, de 34 años que vive en Puerto Serrano. Inició los trámites en marzo de 2006 para adoptar a una niña china, pero con el cambio de la legislación le rechazaron el expediente. Sabe que su situación es más difícil porque no tiene pareja, lo que considera «injusto», pero insiste en que no tirará la toalla. Ahora tiene puestas las ilusiones en adoptar a un menor de Kazajstán -otra niña, espera-, pero todo va muy lento.

«Lo que más quiero en la vida es ser madre y tras una desilusión empiezo a sentirme más impaciente», comenta. María José también se ha lanzado por libre a la aventura, pues en este país no hay asociación que gestiones los trámites. «He necesitado un abogado y un traductor para mover los papeles», unos requisitos que se llevan más de 4.000 euros. Ese dinero se suma a los 1.500 que cuestan los requisitos para el certificado de idoneidad.

Cuando María José llegó a la Delegación de Igualdad ya contaban con el refuerzo de funcionarios y mayor experiencia en las adopciones internacionales, aún así, considera que «se debería de dar más facilidades a los adoptantes». «El control es muy importante, pero nadie piensa en los momentos de angustia que pasamos», se lamenta. Si la vuelven a rechazar dice que buscará otro país y lo hace sin dudarlo. «Me siento totalmente preparada para ser madre y voy a agotar todas las posibilidades hasta que tenga aquí a mi hijo», finaliza.