«Occidente adora La India, pero pronto le tendrá miedo»
El autor de 'El sari rojo,' que tuvo más de un millón de lectores con su anterior novela, clausura el ciclo que el Colegio de Arquitectos dedica al país asiático
Actualizado: GuardarEl éxito tiene sus esclavitudes. Javier Moro (Madrid, 1955) superó el millón de lectores con Pasión india, y el público espera mucho de El sari rojo. La novela lleva sólo una semana en los estantes de las librerías, tiempo suficiente para arrasar en ventas. «Uno vive con cierta incertidumbre estos días, pero duermo tranquilo porque he contado exactamente lo que quería contar», explica. Ayer mismo cedió los derechos de su best seller internacional a un director indio afincado en Londres, después de que a Penélope Cruz se le terminara el plazo para producir la película en la que interpretaría a Anita Delgado, la bailarina malagueña que llegó a ser maharahaní de Kapurthala.
-Pasión india fue un bombazo. Después de alcanzar un millón de lectores, ¿no sintió algo de vértigo al sentarse a escribir El sari rojo?
-Tenía pensada la historia desde hace mucho, pero me faltaba un buen final. Cuando Sonia Gandhi, después de arrasar en las elecciones de 2004, dejó el poder, me lo puso en bandeja.
-¿Por qué Sonia Gandhi?
-Primero porque no se había escrito nada sobre ella. Segundo porque es el símbolo de esa India que busca dejar atrás su pasado arcáico y avanzar en la modernidad. Tercero porque pertenece a la saga dinástica más sorprendente de nuestro tiempo. Y cuarto porque, a través de sus ojos, que son los ojos de una occidental, podía contar la historia del país desde la independencia hasta nuestros días. ¿Cómo es posible que una italiana llegara a ser -sin quererlo- la persona más influyente de un país que engloba a la sexta parte de la humanidad? La respuesta está en las 535 páginas del libro.
-Sonia Gandhi no concede entrevistas y se muestra hermética en todo lo concerniente a su vida. ¿Ha sido muy difícil documentarse sin contar con la voz de la protagonista?
-Ha sido una odisea. Es una persona completamente reacia a que se hable o se escriba sobre ella. No sólo no me dio facilidades, sino que puso todos los impedimentos posibles. Al final, cuando ya tenía casi escrito el libro, me la encontré, por casualidad, en una recepción oficial. Me acerqué a ella y le solté: «Llevo tres años viendo contigo». Se asustó. Miró a los responsables de seguridad como diciendo ¿quién ha dejado pasar a este loco? Luego se lo expliqué. De todas formas, creo que me ha beneficiado no conocerla de cerca. Podría haber caído en la tentación de plantearme qué contar y qué no contar por fidelidad, o consultárselo al menos. Sin embargo, gracias a ese desapego, El sari rojo está escrito sin ningún tipo de atadura.
-Clausura usted el Ciclo India en el Colegio de Arquitectos de Cádiz. Aunque Occidente siempre ha sentido una atracción irresistible por ese país, parece que, de un tiempo a esta parte, esa fiebre vuelve a resurgir. ¿A qué cree que se debe tanto interés?
-Es un país extremo, intenso, que no puede dejar indiferente a na-die. Adora a 20 millones de divinidades y vota a 500 partidos políticos distintos. Occidente lo adora, pero si La India sigue desarrollándose al ritmo actual, pronto le tendrá miedo.
dperez@lavozdigital.es