Una batalla en muchos frentes
Más allá del puesto en el despacho oval de la Casa Blanca, el Capitolio también se somete a una renovación
Actualizado:Los estadounidenses no han acudido a las urnas sólo para elegir a su presidente, sino también han tenido la ocasión de designar a los 435 miembros de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y los gobernadores de once estados.
El Partido Republicano corre peligro de perder escaños en el Capitolio, según un pronóstico de la firma Rasmussen. La entidad, especializada en sondear la opinión pública doméstica, afirma que los correligionarios del presidente Bush podrían perder hasta 27 escaños en la Cámara de Representantes, lo cual fortalecería el actual dominio demócrata en esa instancia.
Los republicanos tienen casi asegurados 141 de sus 199 puestos en la Cámara Baja. De materializarse este escenario, los demócratas comenzarían 2009 con 262 representantes, frente a los 235 actuales.
Mientras tanto, el pulso se mantendrá en el Senado, donde los nombres de los que ocuparán las treinta y cinco sillas vacantes no está tan claros. En este proceso se elegirán dos escaños más, en lugar de los treinta y tres correspondientes, debido al retiro de los representantes de Wyoming y Mississippi. Algunos estudios otorgan la superioridad a los demócratas, quienes obtendrían entre 55 y 57 asientos del centenar fijado en la Constitución. Los problemas económicos y los fiascos de la Administración Bush justifican la potencial debacle republicana en los comicios. Actualmente se mantiene un equilibrio en la Cámara Alta, puesto que los dos principales partidos poseen 49 senadores cada uno, quienes comparten sus responsabilidades con dos independientes, que suelen aportar su voto a los demócratas.
El resultado final en el Congreso puede dar un giro en un sentido u otro al presidente electo. Si las encuestas aciertan y Barack Obama se hace con la presidencia del país, podría contar con una apoyo mayoritario en el legislativo y le garantizarían un mandato relativamente cómodo. El tradicional filibusterismo parlamentario norteamericano se vería menoscabado. En cambio, si el resultado favorece a John McCain, se encontraría con las mismas dificultades por las que atraviesa el actual mandatario, George W. Bush.
En todo caso, los datos del sufragio en el Senado serán cruciales, dado el peso político de esta instancia. De los puestos que serán disputados, veintitrés se encuentran ocupados por republicanos y doce por demócratas. Por su parte, los ciudadanos residentes en once estados de la unión americana escogerán a sus gobernadores para un período de cuatro años. El sistema político de Estados Unidos supone que, a pesar de la relevancia del gobierno nacional, los gobiernos estatales y locales mantienen una fuerte autonomía y autoridad sobre todos los asuntos que no han sido reservados para el Ejecutivo federal. Los gobernadores representan la máxima autoridad ejecutiva de cada estado, y en sus manos pueden llegar a tener, incluso, la vida o muerte de un condenado. Muchos presidentes han sido gobernadores. George W. Bush lo fue de Texas, y Bill Clinton, de Arkansas.
Publicaciones especializadas como Rothemberg y The Cook Political Report vaticinan posibles cambios en estas elecciones, principalmente en Missouri, Delaware, Carolina del Norte y Washington. En los tres primeros, sus actuales gobernadores no pueden presentarse por haber llegado al límite legal para ser reelectos. En los demás estados -Dakota del Norte, Utah, Vermont, Indiana, Montana, New Hampshire y West Virginia- sus gobernadores se presentan a la reelección, con amplias posibilidades de conseguirlo. De los cargos en juego, seis actualmente son ocupados por demócratas y cinco por republicanos.