INCERTIDUMBRE. Carmen trabaja en el turno de noche de la planta de Cádiz y dice que «estamos ante el final de Tabacalera». / A. VÁZQUEZ
Ciudadanos

«Este barco se hunde»

Carmen Pérez lleva 30 años en la Tabacalera y dice que se acaba de «firmar la sentencia de muerte de la fábrica gaditana»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El futuro de la planta gaditana de Altadis es tan endeble como una cortina de humo. Carmen Pérez pisó la Tabacalera cuando las mujeres se encargaban en exclusiva de atender las tareas doméstica. Su fecha de ingreso en la antigua fábrica de la calle Plocia no la olvidará jamás, «porque fue el día de San Valentín de 1977». Las mujeres comenzaban entonces a duras penas a conquistar el mundo laboral y la fábrica de tabacos y los hospitales se convertían en un coladero de mano de obra femenina. «Todo empezó gracias a una amiga de mi madre que comentó en casa que la Tabacalera necesitaba empleadas. Probé suerte... y hasta hoy». Carmen echó la solicitud y a los pocos días hizo su examen de ingreso. No hubo problemas para el contrato y durante un año aprendió a empaquetar cajas y cajas de cigarrillos hasta lograr en 1978 el grado de operaria. Carmen recuerda ahora que la empresa tenía en esos años unas condiciones laborales leoninas, «no te podías casar y te exigían un buen comportamiento para poder ascender».

La producción de tabacos en Cádiz era muy alta, pero en la década de los ochenta la empresa enciende la luz roja y anuncia su salida de la Bahía. En 1985 promueve un expediente de regulación de empleo que coincide con la primera crisis de los astilleros. Las negociaciones políticas con Tabacalera mantienen la esperanza de continuar con el negocio en Cádiz. El entonces presidente de la compañía, Cándido Velázquez, acepta una permuta de terrenos. El Ayuntamiento se queda con la antigua fábrica de tabacos de Plocia, hoy Palacio de Congresos, y a cambio cede a la empresa los terrenos de Zona Franca. Velázquez anuncia para Cádiz la implantación de una de las más modernas fábricas de tabaco de España. Hasta entonces sólo se hacían en Cádiz los Farias, pero a partir de la inauguración de la nueva factoría, la Bahía se convierte en un centro logístico.

Carmen empieza su carrera la boral en esta nueva planta. «Las instalaciones se ponen a pleno rendimiento en 1988 y las nuevas tecnologías nos llevan a realizar cursos de formación». La producción no cesa y Tabacalera pasa a denominarse Altadis. «Fue entonces cuando empecé a cubrir puestos de mantenimiento electrónico y mecánico».

Carmen reconoce ahora que la historia de Altadis en Cádiz ha sido la crónica de una muerte anunciada desde la primera regulación de empleo de 1993. «Este barco se hunde y nos vamos al garete si nadie lo remedia». El ánimo de los trabajadores está por los suelos tras conocer los propósitos de sus nuevos dueños: Imperial Tobacco. «Hemos aguantado seis recortes de plantilla en los últimos diez años, pero este último es la muerte». Carmen tiene 50 años, está casada y un hijo. Se muestra poco optimista ante el futuro de la compañía en Cádiz.