La generación perdida
Usted y yo sabemos que, aunque lo intentaron, Faulkner, Hemingway o Dos Passos no eran de Cádiz. Ya les hubiera gustado. Pero eso importa poco porque la provincia ya cuenta con su propia generación perdida. Y no porque no se hallen. Sino porque se lo pierden todo. O casi todo, que cuando se trata de comerse un marrón son los últimos que tienen que fastidiarse y tragar el sapo. Se trata de los que nacieron en la primera mitad de la década de los setenta, los que visten al menos un abril más que la Constitución. Fueron los últimos en hacer la mili y crecieron martirizados por el recuerdo de la muerte de Chanquete, por no hablar del Festival de la OTI o de los éxitos veraniegos de Georgie Dann.
Actualizado:Si nació usted con el Naranjito, con la entrada en el Mercado Común -hoy Unión Europea- o el referéndum de la OTAN, habrá disfrutado y disfruta de más y mejores oportunidades que los que se iban a dormir con los globos o con Casimiro. Un poner. Se quiere usted comprar una casa. Pero la cosita está muy mala para embarcarse en una vivienda de renta libre, así que decide intentarlo con una de VPO, que sale más a cuenta, dónde va a parar. Mas, ay, apenas faltan unos meses para cumplir los 35 o ya cuenta con más edad. Pues adiós al piso protegido, no reúne los requisitos. Se ha pasado una década ahorrando para tener un pisito -tras varios años de paro recién acabada la carrera a cuenta de la crisis de los noventa- y ya no le sirve de nada el capitalito guardado para la entrada, tenemos otra crisis y el director de su banco de toda la vida encoge el esfínter cuando le oye hablar de una solicitud de hipoteca. Pues a seguir de alquiler, pero sin ayudas, que ésas son para los jóvenes y usted ya es demasiado mayor, poco importa que su salario sea idéntico al de alguien de 25 años. Su única posibilidad es el divorcio por conveniencia para obtener las nuevas ayudas al alquiler para separados, 258 eurazos del ala. Una ganga.