
El imperio americano: radiografía de miserias y grandezas
La mayor parte de los habitantes de la superpotencia son blancos, tienen alrededor de 35 años y cobran alrededor de 38.000 euros El sur sigue siendo de pobres, de gente sin seguro médico
Actualizado: GuardarEmily acaba de nacer. Es uno de los alumbramientos que se produce en Estados Unidos cada siete segundos. Jacob ha sido el siguiente. Con estos nuevos inquilinos, el gigante norteamericano cuenta ya con poco más de 305.560.000 habitantes -incluidos los más de 12 millones de inmigrantes ilegales que computa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)-, según datos de U. S. Census Bureau, la oficina del censo, a las cinco de la tarde de ayer. Esta cantidad le convierte en el tercer país más poblado del mundo, por detrás de China e India. Si nada se tuerce, la pequeña vivirá algo más de 81 años. Sin embargo, él perecerá antes, a los 75 y dos meses. Aún les queda, por tanto, mucho tiempo para ser uno de esos estadounidenses que fallece cada trece segundos, normalmente a eso de los 78 años. Menos esperarán para ejercer su derecho a voto. Si quieren, acudirán a las urnas en 2026, con 18. Como el martes harán sus padres.
Con un simple vistazo a las estadísticas del censo en 2007, se descubre que Emily y Jacob serán blancos, ya que casi el 80% de los residentes en esta superpotencia pertenece a esta etnia. Resulta menos probable que sean negros (sólo el 13%), asiáticos (4,43%), indios americanos e inuits (0,79%), y nativos de Hawai y las islas del Pacífico (0,18%). En esta clasificación, en cambio, no entran los hispanos porque los datos demográficos no les recogen como una raza aparte, sino que les incluyen en cualquiera de los grupos antes mencionados. De todos modos, un estudio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) calcula que el 15% de la población yankee (casi 46 millones) desciende de latinos, gente que habla castellano y que coloca a EE UU como segundo país con más hispanohablantes del mundo, por detrás de México.
De hecho, dominar el español significa gozar de más posibilidades para hallar trabajo y también para disfrutar de una mejor remuneración, hasta 15.000 euros más, en función de las empresas. Con una condición: controlar el inglés, algo que se da por hecho tanto para Emily como Jacob pues ocho de cada diez estadounidenses hablan esta lengua. El resto son minoritarias, según el censo de 2000. Y esta calificación se puede dar a casi todas las religiones, excepto a la protestante (un 51,3% de los estadounidenses la siguen) y a la católica (24%). Las demás, como la mormona u otros ritos cristianos resultan residuales, e incluso uno de cada diez habitantes de EE UU defienden el ateismo.
Los nombres de los protagonistas de esta radiografía social no han sido elegidos al azar. Los datos de la Seguridad Social estadounidense (Social Security) reflejan que Emily es, desde 1996, el más utilizado para chicas. Jacob lidera el de varones desde 1999. Les siguen Isabella, Emma y Ava para ellas, y Michael, Ethan y Joshua en el caso masculino. Sus apellidos pueden ser Smith, Jonhson y Williams, aunque, según un estudio del censo de 2007, García y Rodríguez se encuentran en el octavo y noveno puesto de la clasificación.
60.000 euros de renta
Pero pocas personas con estos apellidos son vecinos de Emily. Quizá ninguno. Ella ha tenido suerte. Su familia reside en Greenwich (Connecticut), la ciudad más rica de Estados Unidos, con una renta per cápita de 74.346 dólares (casi 60.000 euros; la española es de 22.000). De hecho, este estado desborda riqueza; es uno de los nueve en el que las familias ingresan alrededor de 44.000 euros al año (615.000 pesetas al mes). Junto a Connecticut, aparecen otros seis enclaves de la costa atlántica norte -entre ellos Columbia, Virginia y Nueva Jersey-, California -donde se concentran el 35% de las ciudades de más de 50.000 habitantes cuyos ciudadanos gozan de una renta per cápita más alta- y Alaska, la patria de Sarah Palin.
Jacob, no obstante, sufrirá más. Mucho más. El destino le ha jugado una mala pasada. Vivirá en Mississippi. Escasa fortuna. En este estado del sur, el PIB per cápita sufre para llegar a los 24.000 euros (el sueldo medio de un estadounidense es de 38.000 euros, el de un europeo ronda los 32.414 y el de un español, según un informe de Adecco, alcanza los 21.402 euros, 1.700 euros brutos al mes). Las apreturas, sin embargo, rodean a Jacob. En la mayoría de los estados cercanos a Mississippi -además de en Virginia del Este-, más del 16% de la población no junta 17.000 euros anuales, límite en el que varios estudios estadounidenses sitúan el índice de pobreza. Son, por ejemplo, Arizona, Nuevo México, Texas, Luisiana, Oklahoma... Es decir, el profundo sur estadounidense, donde se concentran los casi 40 millones de pobres en EE UU (el 13% de la población).
Ella crecerá, además, en una de las zonas con mayor densidad de población, la franja que se sitúa entre los Grandes Lagos y el oceáno atlántico, con ciudades como Nueva York (más de 8 millones de habitantes, que se triplica en su área metropolitana) y Filadelfia (millón y medio de residentes en la city, casi seis con los alrededores).
¿Y si alguno de los dos se pone malo? Pues Emily podrá acudir al médico sin problemas porque sus padres disponen de un buen seguro médico. Jacob, no. Sus progenitores integran esa lista de 47 millones de personas (el 16% de la población), que no disponían de asistencia sanitaria en 2006. Y, de nuevo, en el sur aparecen los más tirados, los olvidados.
Pese a estas sustanciales diferencias, ambos dispondrán de línea telefónica en casa (como el 97,1% de los estadounidenses), y casi con total seguridad de aire acondicionado (85%), lavadora (82%) y lavavajillas (62,9%). Del mismo modo, sus vertidos irán al alcantarillado público (80% de las casas) y quizá los dos tengan garaje (62,7%).
Otra cosa son las personas que compartan la residencia. Emily vive sola con sus padres, como tres de cada cuatro estadounidenses, ya que la mayoría de los hogares lo integra una familia. Los progenitores de Emily son propietarios de la casa (como el 68% de sus compatriotas). Los padres de Jacob, no. Viven de alquiler. Los dos protagonistas habitan en un área metropolitana, ya sea en el centro o en los suburbios. De hecho, sólo el 25% de la población mora en un área rural. Similar cantidad de casas, las ocupa sólo una persona. Y en seis de cada cien hogares figura como residente una familia monoparental.
La de Emily, no obstante, ya piensa en el futuro. no acaba de nacer, han pasado poco más de tres minutos, y sus padres ya debaten si ir a por otro retoño. Y lo más seguro es que lo hagan, puesto que la tasa de fertilidad norteamericana es de poco más de dos hijos por mujer (1,3 en España). Los progenitores de Jacob, sin embargo, no aspiran a tanto. No se lo pueden permitir. Y menos cuando, a pesar de sus estrecheces, quieren que su pequeño se convierta en un hombre de provecho y pueda ir a la Universidad. Tiemblan con sólo pensar en los precios: van desde los 2.300 euros (más de 380.000 pesetas) de una Universidad estatal a los 23.000 euros (casi 4 millones de pesetas) de un centro privado, cantidad a la que habría que añadir los gastos del colegio mayor, libros, seguro médico... En España, por ejemplo, la Universidad Europea, en Madrid, supone un desembolso de poco más de 9.000 euros.
Destrucción de empleos
Esa idea, sin embargo, se les puede esfumar a los progenitores de Jacob. La crisis económica que asola el mundo está destruyendo multitud de empleos en Estados Unidos. Su padre duda. Ha oido que en su empresa puede haber recortes. No sería extraño puesto que la tasa de paro se situó en el 6,1% en septiembre, la más alta desde hace cinco años, con 605.000 puestos arrasados desde enero, la mayoría en el sector servicios, en el que se gana el sueldo el 80% de los estadounidenses. En la agricultura sólo se afanan el 1%, y el resto en el sector secundario, la industria.
Con independencia de su trabajo, la media de edad de los paisanos de Emily y Jacob es de 35 años. Y como en casi todos los países occidentales, la población mayor de 65 aumenta a pasos acelerados. EE UU envejece, a pesar de que cada 30 segundos entre un inmigrante en el país. Se prevé que en 2010 haya más de 40 millones de personas que sobrepasen ese límite. Hace un siglo sólo eran tres millones. Un crecimiento espectacular. Formidable. Como los contrastes que hay en Estados Unidos.