ANÁLISIS

Un centro de alerta para España

Hoy se cumplen 253 años del maremoto de Cádiz de 1755 efeméride a la que posiblemente no se le dará la difusión que tuvo en sus 250 años. Recientemente, tras una charla sobre maremotos, y muy especialmente de aquél de 1755, un compañero del trabajo, con su humor gaditano, me advirtió: «Como sigas hablando del maremoto de Cádiz , cuando venga uno te van a echar la culpa a ti». Entre lo que me dijo mi amigo y los escalofriantes vídeos que tuve que ver para mi última presentación, reconozco que me impone cada vez más escribir sobre este asunto, del que quizá en España no existe la suficiente concienciación, como ocurre en muchos paises.

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El tsunami del Índico del 26 de Diciembre de 2004, que acabó con más de 300.000 vidas, marcó un punto de inflexión en la concienciación de este fenómeno natural. Pero quizá porque apenas hubo españoles, el asunto no tomó en nuestro país la misma relevancia que en otros. Los tsunamis marinos, del que ni siquiera conocemos cuándo pueden producirse, preocupa muy poco comparado, por ejemplo, con los «tsunamis financieros» que sufre la economía.

Con todo, sí existen proyectos importantes en Europa que avanzan en el conocimiento y la prevención de los maremotos. España tiene, además, una gran participación en ellos. Uno de los más interesantes en este sentido es el conocido como Transfer, financiado por la Unión Europea, y en el que España interviene a través de la Universidad de Cantabria, la de Barcelona, el Instituto Geográfico Nacional, Puertos del Estado y la Demarcación de Costas (como «usuario final»).

El proyecto está permitiendo avanzar en el conocimiento de los mecanismos para todo el sistema de fallas capaces de generar tsunamis, así como en la propagación de estas ondas hasta la costa, que permitirá elaborar mapas probabilísticos de inundación y mapas de vulnerabilidad y riesgo, necesarios para la implantación de un plan de contingencias. Aparte del proyecto Transfer, la Unesco ha iniciado el proceso de implantación de una Red Europea de Alerta de Tsunamis, prevista para 2011.

Aunque España cuenta sobradamente con el conocimiento tecnológico y humano para integrarse en esta Red Europea, debería impulsar paralelamente, en mi opinión, la creación de un Centro de Alerta de Tsunamis a nivel local, que complete al europeo. Asimismo deberá fomentar la educación ante este tipo de catástrofes naturales no sólo en los colegios, sino a la ciudadanía en general para saber comportarse ante un maremoto. Buenos ejemplos a seguir son el de Hawai, donde existe desde hace décadas el Centro de Alerta del Pacífico, uno de los más desarrollados del mundo. O Japón, donde mayor concienciación ciudadana ante estos desastres naturales existe, en parte, debido a la mayor frecuencia con que aparecen allí. Más cerca de nosotros, una zona que ya toma medidas es Messina, en Italia, que implantó con protocolos de emergencias desde 2002.

Esperemos que el «tsunami financiero» que navega por el mundo no ahogue los tan necesarios proyectos de alerta y prevención a nivel europeo, nacional y local. Mientras tanto, seguiré transmitiendo, con mi mejor voluntad, lo poco que sé de este infrecuente, pero mortífero fenómeno natural, a pesar de las advertencias de mi compañero de trabajo gaditano. Al menos, sabemos que estamos bajo la protección de La Virgen de La Palma.