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También se encontraron restos humanos, en la misma postura que adoptaron cuando fueron sorprendidos por el volcán.
Seminario

Bajo las cenizas del Vesubio

Mariama Amarzaguío
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Debió de ser el día más largo para los habitantes romanos de Pompeya y Herculano. Un castigo de los dioses en forma de desastre natural para sus contemporáneos, incapaces de asimilar lo que había acontecido en las dos ciudades. Ricas por ser urbes de negocios, cuando se pasea por sus calles parece que la vida se hubiera detenido, como si de un momento a otro, nos saliesen a recibir a las puertas de las villas, sus moradores de antaño. Pinturas en las paredes de vivos colores, termas perfectamente conservadas, calles y tiendas de artesanos, pintadas en los muros anunciando una pugna entre gladiadores o la recompensa para quien a trape a un ladrón... Pompeya está dormida. Eternamente.

Sin embargo, hoy la vida fluye en sus vías y caminos a modo de visitante curioso. Cientos de turistas abarrotan lo que se puede ver de Pompeya, desgastando sus frágiles suelos, y llevándose de recuerdo algún trofeo que otro, en forma de mosaico o piedra. Nada que ver con el día a día de este pueblo romano, sacrificado por los designios de la naturaleza, y que hoy nos permite saber algo más sobre las costumbres y estilos de vida de la civilización romana. Herculano es quizás la que mejor conserve su legado material.

A diferencia de Pompeya, sus habitantes, construcciones y enseres fueron sepultados por una capa de barro que ha conservado casi intactos detalles como vasijas, pinturas, balcones, telas o joyas. Todo un tesoro para científicos y estudiosos, ávidos de desentrañar los misterios que aún escondan las ruinas de Pompeya y Herculano. Dos ciudades que sobrevivieron a un imperio. La Universidad de Cádiz celebra esta tarde un seminario sobre las urbes italianas llamado ‘Arqueología en Pompeya y Herculano’, en la Facultad de Filosofía y Letras.