Fuego y humo producidos por la explosión de un coche-bomba en el aparcamiento situado en la parte de atrás del edificio central de la Universidad de Navarra. / EFE
ESPAÑA

ETA hace estallar un coche-bomba en la Universidad de Navarra

El artefacto, con 50 kilos de explosivos, causó 21 heridos Los terroristas dieron mal el aviso y el campus no fue desalojado

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sólo la suerte evitó una masacre. ETA hizo estallar ayer un coche-bomba en uno de los aparcamientos situados en el corazón del campus de la Universidad de Navarra, a las afueras de Pamplona mientras un millar de estudiantes y profesores se encontraban en las aulas próximas. La explosión, que hizo temblar todos los edificios del centro, causó 21 heridos de carácter leve y provocó un incendio en la sede central de la Universidad.

Los alumnos y profesores fueron sorprendidos por el estallido mientras consumían la jornada docente y sin aviso previo. Por razones que sólo los terroristas saben, el etarra que llamó una hora antes de la explosión a la organización Detente y Ayuda (DYA) de Vitoria alertó de la colocación del vehículo, del que detalló marca y color, pero mencionando sólo en «el campus». Las Fuerzas de Seguridad entendieron que se trataba del existente en la capital alavesa. Lo registraron, no vieron nada y dieron la alarma por falsa.

El quinto atentado desde 1979 que sufre la Universidad e Navarra, ligada al Opus Dei, fue preparado esta vez de manera apresurada, por lo que los expertos policiales lo interpretan como una respuesta a la desarticulación del comando Nafarroa, cuyos cuatro miembros fueron capturados el pasado martes.

Ayer, los terroristas debieron llegar al aparcamiento muy temprano. Es la única manera de poder dejar el coche en un recinto saturado para las 9 de la mañana al inicio de las clases. El vehículo, un Peugeot 307 de color blanco, había sido robado la noche del miércoles en la localidad guipuzcoana de Zumaia. La sustracción se denunció poco después en la comisaría de Zarautz.

Los etarras colocaron el coche, embutido con más de 50 kilos de explosivos, según las primeras estimaciones, a unos diez metros de la fachada trasera del edificio principal de la Universidad, donde se concentran los servicios centrales, y muy cerca de la biblioteca, atestada de alumnos, como el resto de las instalaciones.

El brutal estallido se produjo instantes antes de las 11.10 horas, cuando la mayoría de los alumnos se acomodaban para la nueva clase de la mañana. La onda expansiva removió los cimientos de todos los edificios, pero los muros de granito del bloque central aguantaron la sacudida, lo que limitó los efectos destructivos de la bomba. La deflagración alcanzó de lleno el edificio central, la biblioteca de Humanidades y la Facultad de Empresariales, situadas a unos treinta metros del foco de la explosión, y la sede de la Facultad de Comunicación, a unos cien metros del coche-bomba.

La peor parte se la llevaron empleados y alumnos que se encontraban en las oficinas centrales: una veintena resultaron heridos por cortes de los cristales reventados por el artefacto. Los restos del Peugeot, convertidos en metralla, se empotraron contra los sillares de granito de la sede administrativa, mientras el fuego prendía en algunas estancias del ala más próxima a la deflagración y en los vehículos situados en las cercanías. Una densa columna de humo negro visible desde cualquier punto de la ciudad se alzó entre las oscuras nubes que cubrían Pamplona y envolvió el edificio de corte clásico.

Horas de tensión

Tras la explosión, el fuego devoró durante más de una hora los despachos de la zona trasera de la sede administrativa. Siete coches también fueron pasto de la llamas y otra veintena larga de vehículos sufrieron daños de consideración. Fue entonces cuando se vivieron los peores momentos, ante la imposibilidad de saber si la bomba había matado a alguien.

La tensión creció ya que el lugar donde los terroristas estacionaron el vehículo con los explosivos es una zona de paso muy frecuentada por los estudiantes en sus horas de asueto y los administrativos de la universidad en la pausa del café. Por fortuna, el mal tiempo reinante ayer ejercía un efecto disuasorio para salir a los jardines cercanos. Aun así, la Universidad tardó casi dos horas en confirmar que todos los empleados del edificio central que habían fichado por la mañana se encontraban vivos, ya que algunos de ellos abandonaron apresuradamente el campus tras la explosión.

Las escenas de pánico se sucedieron . La cobertura móvil se saturó con cientos de llamadas y para aumentar la confusión se produjo un nuevo aviso de bomba, esta vez falso, que obligó a desalojar los edificios más alejados del aparcamiento, como la Facultad de Medicina, donde los estudiantes habían buscado refugiado. Los accesos al campus universitario, ubicado al sur de Pamplona, se colapsaron, por lo que por momentos el caos se adueño del recinto.

En medio de la confusión los 21 heridos, la mayoría por cortes, inhalación de humo o shocks nerviosos, fueron evacuados a la cercana Clínica Universitaria de Navarra, que estuvo a punto de ser desalojada en el segundo aviso de bomba, y a los hospitales de Navarra y Virgen del Camino.

A partir de las 14.00 horas, con todos los focos del fuego ya apagados, la Universidad retomó cierta normalidad, aunque el cordón policial impidió el acceso al edificio central y a las bibliotecas. El resto de zonas del campus fueron reabiertas de forma progresiva, si bien las clases no se reanudarán hasta hoy.