HETERODOXIA. Una 'gata' sobre el escenario de La Merced. / M. G.
Cultura

El flamenco felino de Cádiz

Los jóvenes integrantes de Flamencats fusionan palos del arte jondo con estilos modernos en una curiosa propuesta que homenajea al musical

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Si las siete chicas de Flamencats fueran siete gatos, dedicarían sus siete vidas a lo mismo: bailar. De hecho consagran la única que tienen a urdir complejas coreografías, ensayarlas hasta la extenuación y ponerlas luego en escena. Son adolescentes vivaces, inquietas, que han decidido someterse -por pura vocación- a una disciplina feroz. De lunes a viernes tienen instituto por la mañana y conservatorio por la tarde. Los sábados son para la academia; y los domingos, cuando la mayoría de los chavales de su edad liquidan un largo finde de parranda, ellas quedan con el grupo para pulir detalles y cogerse el paso. De madrugada, los gatos auténticos entrenan su instinto por las azoteas y ellas estudian.

Las bailaoras felinas son Guadalupe González, Luz María de la Hera, Natalia López, Tamara Macías, Sara Merino, Nazaret Oliva y Raquel Ruiz. El octavo pasajero es el joven bailaor Juan Carlos Avecilla. Juntos forman Flamencats, un trasunto de compañía musical que fusiona palos del arte jondo con estilos modernos; una suerte de cuadro o grupo en el que los géneros se confunden, premeditadamente, hasta que acaban convertidos en una extraordinaria rareza; una original extravagancia, en definitiva, de la que ayer disfrutó el público del Centro Flamenco de La Merced.

«Al principio nos reunimos de cara a preparar una pieza para el Concurso Coreográfico Regional, que ganamos -explica Nazaret-; después nos presentamos al concurso televisivo Veo Veo y conseguimos el Premio de Artes Escénicas. Como la propuesta tuvo tan buena acogida, fuimos a Tú sí que vales». Ahora han convertido la idea original en todo un espectáculo, que roza la hora de duración, y en el que desarrollan los principios creativos que les inspiraron la coreografía original. «Estamos seguros de que El embrujo de Flamencats tiene muchas posibilidades de gustar dentro y fuera de Cádiz, así que esperamos poder estrenarlo algún día en el Falla y, quién sabe, quizá rodarlo por Andalucía», comenta Nazaret.

La trama no tiene desperdicio: un bailaor, celoso de algunos mitos del flamenco actual, elabora un conjuro para convertirlos en gatos y robarles su duende. Los tacos de madera golpean el suelo al ritmo de un saxofón que se mezcla con el maullar felino, y el toque suave o arrebatado de la guitarra contrasta con el rasgueo del violín. La venganza de los encantados se va urdiendo sobre la tablas, paso a paso y compás a compás.

dperez@lavozdigital.es