Editorial

Urgencia humanitaria

Las alarmantes señales que anunciaban la intensificación y expansión del enfrentamiento entre los rebeldes tutsis y el Ejército congoleño se confirmaron ayer con una escalada de violencia en la zona fronteriza entre la República del Congo y Ruanda donde resultó gravemente herida la misionera española Presentación López Vivar. Las amputaciones sufridas por la religiosa reflejan dramáticamente el peligro que corren quienes arriesgan su seguridad para amparar a los más débiles en conflictos extremos. Pero el agravamiento de la situación detectado en las últimas semanas, que provocó la renuncia del comandante español Díaz de Villegas ante la insuficiencia del contingente movilizado por la Misión de Naciones Unidas en el país africano (MONUC), debería haber activado mayores medidas de protección para la población y los trabajadores humanitarios. La rapidez con que se está intensificando el conflicto y la utilización de civiles como escudos humanos y como objetivo deliberado por parte de los combatientes han superado la capacidad del operativo militar de la ONU, que pese a constituir con sus 18.000 efectivos el mayor de los desplegados actualmente, ha dado inquietantes pruebas de no disponer de los recursos precisos para responder a la crisis.

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La declaración de un alto el fuego unilateral anunciada por los rebeldes a las puertas de la ciudad de Goma se solapaba con el paso de las horas con las evidencias de un empeoramiento de la situación que podría desembocar en una crisis humanitaria catastrófica. La impotencia exhibida por la misión de la ONU debería ser corregida con el envío perentorio de refuerzos y un replanteamiento de la estrategia que acomode los recursos movilizados a la gravedad del conflicto. Todos los esfuerzos diplomáticos emprendidos, como los que lleva cabo Javier Solana en representación de la UE, a fin de abrir un cauce para la mediación resultan obligados, pero la urgencia operativa reclama, además, la presencia de contingentes capaces de garantizar el respeto al Derecho Internacional Humanitario, cuya brutal vulneración aún permanece en la memoria tras el genocidio de los Grandes Lagos. La propuesta de la presidencia francesa de la UE para desplegar en pocos días una fuerza adicional de 1.500 soldados no debería verse obstaculizada por renuencias de orden político o diplomático, dado que la prioridad ahora es proteger a los civiles convertidos en víctima propiciatoria de los enfrentamientos.