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Los Tosantos

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ice la tradición católica que el origen de la festividad de Todos los Santos hay que situarlo en el siglo VII cuando el Papa Bonifacio IV consagró el hermoso Panteón romano de Agripa al culto de la Virgen y de los mártires y, en consecuencia de todos los santos desconocidos. Más tarde Gregorio III decidió, por razones claramente estratégicas, trasladar la conmemoración a principios de noviembre. Desde tiempos inmemoriales, el final del verano y el inicio de los días oscuros y lluviosos del otoño siempre fue objeto de las más variadas celebraciones, y un antiguo rito celta situaba en esas fechas el «Samhein», noche en la que se rendía culto a los antepasados y en la que los druidas hacían volver a los muertos. En aquellos momentos los pueblos que estaban convirtiéndose al Cristianismo se mostraban reacios a abandonar sus antiguas costumbres y el introducir en las mismas fechas celebraciones cristianas con una cierta apariencia formal de similitud, ayudaría a que paulatinamente se olvidaran aquellas. Han pasado muchos siglos desde entonces pero aún hoy, en muchos lugares del mundo, seguimos celebrando de una manera muy particular el Día de Todos los Santos y la Víspera de Difuntos. Quizás en ello influyan, aunque sea muy remotamente, ciertas reminiscencias de aquellos ritos ancestrales. Cierto es que en cada lugar la festividad tiene sus tintes propios y en la mayoría de los casos, un atractivo especial. Vivir estos días en algunos pueblos de México es una experiencia inolvidable. En España, desgraciadamente, estamos perdiendo muchas de las viejas costumbres a cambio de importar otras extrañas. Desde hace algunos años está de moda celebrar Halloween, una deformación norteamericana de «All Hallow´s Even», resultado de un eclecticismo extraño entre la propia festividad y, por raro que parezca, las persecuciones de los católicos por los protestantes británicos del siglo XVI y algunas costumbres francesas del XV. Supongo que no deja de tener su gracia el convivir durante algunas horas con fantasmas traviesos, brujas buenas, espíritus benévolos y demonios arrepentidos con ganas de diversión, aunque a mí personalmente siempre me ha resultado mucho más apropiado para la noche de Tosantos, y desde luego mucho más sugerente, una buena representación del Tenorio. Creo que en esta materia el espíritu de Don Gonzalo de Ulloa es absolutamente insustituible y ningún monstruo halloweeniano jamás podrá hacerle sombra. Otro aspecto de Halloween que me resulta especialmente chocante es el «Trick or Treat». No acabo de entender ese extraño chantaje cuando en España tenemos, o teníamos, la Chaquetía. Afortunadamente, aún es tradición en algunas zonas de Extremadura y los niños van por las casas recogiendo en cestillos frutos secos de la época como castañas, nueces, higos secos o almendras e incluso, a veces, algo de dinero, para ir luego a merendar juntos. En nuestra tierra y hasta donde alcanzo a recordar siempre vinculo la celebración de los Tosantos con una visita a la plaza, bien protegida del frío, para ver esas pequeñas obras de arte en las que se convierten los puestos. De pequeña me causaban ilusión y simpatía; ahora, sobre todo admiración. Creo que nuestros mercados tienen en estas fechas un encanto muy especial que es difícil encontrar en otros lugares. No cabe menos por tanto que felicitar a los artistas que lo hacen posible, y desear que el próximo año las ventas vayan mejor para que todos aquellos que, con razón, no tenían ánimos para arreglar sus puestos, puedan volver a hacerlo. Por mi parte intentaré el día 1 asistir a una representación del Don Juan y si no puede ser, lo releeré acompañándome de una buena ración de castañas asadas.