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TRIBUNA

Un plan para El Puerto

El lugar donde vivimos es, para muchos, una opción condicionada al lugar de trabajo. Para otros, está estrechamente relacionada con sus raíces y origen. En cualquiera de los supuestos, se convierte en una parte esencial de nuestra vida, ofreciéndonos a ratos, experiencias alegres y cargadas de belleza, y en otras ocasiones, suspiros y preocupaciones.

Antonio Jesús Ruiz Aguilar
Actualizado:

Mi lugar de residencia, al que estoy ligado desde mi niñez, es también mi ciudad, palabra que reivindico, porque suena a cercana y llana. Y aclaro, que la hago mía con el permiso de todos mis conciudadanos y conciudadanas. De hecho, si no fuera de todos, no sería de nadie. En ella, he tenido ocasión de crecer, en todos los sentidos, cuidando siempre que el destino no me alejara lo suficiente como para dejarme sin su perspectiva.

Al cabo de los años, me quedo con sus rincones -siempre a la espera de que alguien me pida que se los descubra- y con aquellos paseos, en los que empecé a disfrutar de la libertad que va pareja a la edad adolescente.

En el presente, mi ciudad tiene por delante un reto muy apasionante. Descubrir el camino que va a recorrer en los próximos años y convertirse en un territorio lo más «humanamente sostenible», una expresión acuñada para referirnos al lugar cálido y cómodo en el que todos deseamos situar a El Puerto.

Pero el reto no sólo está en el tejado de quienes estamos ejerciendo la responsabilidad de gobernar el municipio, que por razones obvias, ponemos todo nuestro empeño en afrontarlo. Es una labor conjunta que requiere altura de miras y sobre todo, ganas por trabajar y hacer de la política una herramienta que mejora la calidad de vida de los demás, y no el instrumento al servicio de unas siglas.

Aunque la revisión de un plan general de ordenación urbana sea un proceso complejo, ajeno para la mayoría por tratarse de cuestiones muy técnicas, pocas decisiones acaban afectándonos tanto. La manera en la que se diseña el crecimiento de nuestra ciudad, nos situará frente a una ciudad futura con muchas posibilidades, o frente otra, con menores.

De todo lo que ha trascendido del proyecto defendido por el anterior gobierno local, rechazado por la Junta de Andalucía, negativa que comunicó con el informe de Incidencia Territorial, he de subrayar el escaso número de viviendas protegidas que contemplaba, un déficit de más de cien mil metros cuadrados.

Pero no sólo se quedaban ahí las ridículas pretensiones. Y es que, al parecer, la VPO «sólo podía construirse» en las inmediaciones de los terrenos de Renfe y en La Florida. Creo firmemente en el derecho otorgado por la Constitución a una vivienda digna, pero no recuerdo que en ella se dijera que esa vivienda debía estar acotada en determinadas zonas, sobre todo, porque los guetos no contribuyen, en absoluto, a favorecer la integración.

La visión actual empieza a trazarse con el trabajo del equipo redactor nombrado por este gobierno, en consonancia plena con quienes gobiernan, por mucho que algunos quieran propugnar lo contrario o ensombrecer la claridad meridiana con la que se ha diagnosticado la ciudad. Menos miradas recurrentes al pasado y más apuesta por el presente de El Puerto. Les ha llegado el momento de reconocer que con el proyecto anterior no se solucionaba la situación de irregularidad de las EMAS o Desarrollos Sin Planeamiento DSP, ya que se posponía la solución definitiva y más bien parecía pasar de puntillas, es más el desarrollo turístico de la ciudad se planteaba en estos suelos. Se limitaban los espacios verdes, parcheando sólo algunos enclaves. De nuevo, una ciudad de primera y otra ciudad de segunda.

Frenada esa opción, queda seguir trabajando y dejar trabajar, para llegar a la primavera con un documento, la Aprobación Provisional 2, en el somos muchos los que tenemos puestas las esperanzas. Más de 85.000 portuenses.