La cumbre iberoamericana se reúne para buscar respuestas a la crisis
Un año después del rotundo y sorprendente «por qué no te callas» del Rey al presidente venezolano, Hugo Chávez, los gobernantes de los 23 países de la comunidad iberoamericana vuelven a reunirse durante tres días en El Salvador. Aunque no figuraba en la agenda, la respuesta a la crisis financiera acaparará los debates de los jefes de Estado y de Gobierno de los dos lados del Atlántico. La precaria situación, precisamente, impedirá que España actúe como el pariente rico que reparte millones entre los familiares con menos recursos, como ocurrió en la reunión del año pasado.
Actualizado: GuardarLa XVIII Cumbre Iberoamericana se inaugura hoy en San Salvador y, por primera vez en la historia de estas citas, el temario previsto inicialmente, Juventud y Desarrollo, no será el eje de los trabajos de los gobernantes, que se centrarán en la crisis que golpea con toda su crudeza a las economías europeas, pero que todavía tiene un impacto limitado en América Latina. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero tendrá la oportunidad de exponer su receta de reformas en el papel de las instituciones mundiales, como el FMI y el Banco Mundial, una tesis con muchos adeptos en la comunidad iberoamericana, sujeto pasivo de los rigores de los planes de ajuste de estas entidades.
Zapatero, además de buscar respaldos para que España acuda la cumbre de líderes mundiales en Washington, tratará de forjar un consenso iberoamericano sobre la forma de afrontar la crisis y paliar sus consecuencias para actuar con una voz común en el concierto internacional. Idea que ha encontrado con rapidez numerosos adeptos; el Gobierno de Chile, por ejemplo, cree «inexplicable» que la comunidad iberoamericana no comparta «un planteamiento común» en los organismos internacionales para encarar la crisis.
Gran escisión
La tarea no será fácil por la división en dosbloques entre los países latinoamericanos que mantienen una sorda pugna ideológica. Por un lado, los ortodoxos y defensores de la economía de mercado con Brasil y México al frente; y, por otro, los estatistas y antiglobalización, capitaneados por Venezuela y Cuba. En medio se sitúa Argentina, con sus políticas pendulares, aunque no es la única que oscila entre un grupo y otro. España, según fuentes diplomáticas, ve posible encontrar un denominador común en esta fragmentación.