«¿Soy Lizcano, soy Lizcano!»
El ex político colombiano que escapó de las FARC narra su cautiverio y la complicada huida de las garras de la guerrilla colombiana
Actualizado: GuardarÓscar Tulio Lizcano, el ex congresista que huyó el domingo de las garras de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sufre las secuelas de 3.004 días sin libertad en la selva. Está débil, deshidratado, desnutrido... Padece diversas infecciones. Tiene dificultades para respirar e inflamaciones en los pies producto de los tres días de marcha con el guerrillero que le llevó a la libertad.
Pero aún conserva fuerzas para relatar sus terribles ocho años de cautiverio y para narrar esos primeros segundos de su nueva vida. Fue un lapso de tensión, largo, debido a que el retén militar con el que se toparon en su huida no le conoció. «¿Soy Lizcano, soy Lizcano!», gritaba el político a los miembros del Ejército, según recordó ayer. Le habían tomado por un borracho ya que llegó apoyado en el hombro del desertor.
Pero este instante se queda en nada con los ocho años de torturas en la selva. El ex congresista reconoció ayer que su sentencia de muerte estaba firmada. «Ellos me lo advertían de forma permanente: no me iban a entregar vivo», aseguró Lizcano, que sacó fuerzas de flaqueza para relatar sus padecimientos desde una clínica de Cali.
Rodeado de su familia, el ex político solicitó al Gobierno de Álvaro Uribe que opte por un acuerdo humanitario para resolver el conflicto. Si no, si los guerrilleros se sienten acosados por un operativo militar, «sin duda» fusilarán a los secuestrados. De hecho, calificó de «locura» estas acciones del Ejército.
A medida que hablaba, su discurso se trufaba de emoción. El relato alcanzó su punto máximo cuando Lizcano, de 62 años, recordó la acción de Wilson Bueno Largo, alias 'Isaza', el guerrillero que sufrió con él los tres días de caminata en la selva. Encargado de su custodia desde mayo, el joven de 28 años tomó la iniciativa de devolver a la sociedad al rehén por varios factores: la presión militar, el mal estado de salud y la recompensa millonaria que le ofrecieron.
Esta combinación provocó que 'Isaza', que recibirá asilo en Francia junto a su familia, tomara una decisión: «Me dijo: 'Viejo, yo lo voy a sacar, porque usted se nos va a morir acá'». Después, tres días de angustia, «salimos a las nueve de la noche, caminábamos todas las noches por los bellos ríos y caños de Chocó. Durante el día, nos escondíamos. Siempre mantuvimos la preocupación al acecho». Hasta que vieron a los militares y el ya ex rehén se tuvo que identificar. Fin del secuestro. Pero no del miedo.
El temor regresó cuando una recaída en su maltrecha salud provocó que tuvieran que meterle en un vehículo sanitario. «¿Estoy en una ambulancia? ¿No me miente?», le preguntó a José Luis Pérez, médico encargado de transportarle a la clínica de Cali en la que está ingresado. El doctor le dijo que sí, que le iba a ayudar. Lizcano no le creyó. «¿Es usted de los buenos?». Lo era. Las FARC, con esta huida, pierden a uno de sus 'canjeables' más preciados.