El PSOE exige a las autonomías que carguen con su responsabilidad en la crisis
Los socialistas plantean la presencia de Zapatero en Washington como una batalla ideológica de la política frente al mercado
Actualizado: GuardarJosé Luis Rodríguez Zapatero no asumirá en solitario la responsabilidad de la crisis. El presidente del Gobierno sitúa más allá de las fronteras españolas la respuesta al colapso del sistema financiero y, puertas adentro, intenta distribuir la carga de un pésimo momento para la economía real con los gobiernos autonómicos y el principal partido de la oposición. El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, alegó ayer que las autonomías «no pueden desentenderse de sus obligaciones» porque, salvo en el caso del País Vasco, son ellas quienes tienen competencias sobre las políticas activas de empleo. Al PP le exigió «cooperación». «Es la hora del sentido de Estado, de la altura de miras y más que nunca es la hora de la política», dijo.
Blanco aseguró que su partido está dispuesto a «acordar en todos los ámbitos y administraciones respuestas frente a la crisis». Pero, en realidad, los socialistas intentan colocar el mensaje de que la única respuesta válida es la suya. Rodríguez Zapatero ha visto en el derrumbe del mercado una gran oportunidad para erigirse, dentro y fuera de España, como un referente de la socialdemocracia, y presentar a la socialdemocracia como la solución a todos los males del mundo moderno. De ahí que el vicesecretario general de los socialistas arremetiera, en la rueda de prensa posterior a la reunión de la ejecutiva, contra las comunidades autónomas que, gobernadas por el PP, han aplicado políticas liberales. «No puede ser que cuando se creaba empleo en España sacaran pecho y ahora que vienen mal dadas dirijan su mirada hacia Zapatero», se quejó.
Con idénticos argumentos defendió la validez de unos presupuestos generales del Estado que, según reconoció la semana pasada el vicepresidente económico, Pedro Solbes, y admitió él mismo ayer, se realizaron con unos parámetros irreales. «A mí no me importa que haya más déficit de lo previsto si es para mantener el gasto social y la inversión productiva, que es la que asegura que en tiempos de dificultades los ciudadanos van a tener cubiertas sus necesidades», argumentó. Estas son las credenciales con las que Rodríguez Zapatero pretende defender la presencia de España en la cumbre del G-20 en Washington para la redefinición del sistema financiero.
Según los socialistas, es una batalla ideológica. Él es, junto con Gordon Brown, uno de los pocos líderes occidentales de izquierdas que, como tal, puede elevar la voz contra lo que Blanco llamó la «crisis del neoconservadurismo». La Ejecutiva del PSOE expresó su apoyo incondicional a la ofensiva puesta en marcha por el Gobierno para garantizarse un hueco en la conferencia, bajo esa premisa. «Lo que hay que plantearse -arguye un miembro de la dirección socialista- no es si José Luis Rodríguez Zapatero logra o no estar en la cumbre, sino a quién le interesa eliminar una de las voces que defiende la presencia del Estado frente al puro mercado».
En clave interna, la secretaria de Relaciones Institucionales, María del Mar Moreno, lo planteó de otra manera: «Estamos mal, pero menos mal que estamos nosotros». Porque, según Blanco, de presidir Rajoy España ahora habría despido libre y recorte de derechos, «que es la respuesta de los conservadores a la crisis». En clave internacional, su eslogan es que «ahora más que nunca es la hora de la política». «El mercado había expulsado a la política y es la política, de la mano de Zapatero, la que resolverá los problemas del mercado».
Visión alternativa
El jefe del Ejecutivo no ofreció, según fuentes de la reunión, prueba alguna de que el asunto esté ya atado. Sin embargo, la mayor parte de los asistentes salieron persuadidos de que el día 15 de noviembre España hará oír su voz frente a George Bush.
Blanco sentenció que Rodríguez Zapatero ya ha realizado propuestas y aportado una «visión alternativa frente al pensamiento 'neocon', que es el que en buena medida nos ha llevado a esta situación» en los foros a los que ha asistido en las últimas semanas: desde la reunión del Eurogrupo en la que se acordaron las ayudas estatales a la banca hasta la cumbre Unión Europea-Asia en Pekín.
Con ese mensaje de que la solución está en el socialismo -«democracia y transparencia», dijo el vicesecretario socialista- se presentará en la reunión de líderes europeos convocada por el presidente de turno de la Unión, Nicolas Sarkozy, para el próximo 7 de noviembre.
Sarkozy y Rodríguez Zapatero coinciden en que Europa debe ir con una posición común a la conferencia financiera internacional, pero uno y otro se mueven en parámetros ideológicos contrarios. Alemania e Italia, otros dos países que tienen asiento garantizado en Washington, están gobernadas por la derecha y sólo el Reino Unido tiene un gobierno de izquierdas, aunque las relaciones entre el PSOE y los laboristas nunca han sido excesivamente fluidas.
En todo caso, la crisis financiera ha difuminado las diferencias políticas y prueba de ello es que ningún ejecutivo europeo ha tenido escrúpulos a la hora de intervenir en sus entidades bancarias. De hecho, ha sido España la que no ha querido dar pasos hacia la nacionalización de la banca privada.
La comisaria de Relaciones Exteriores de la Unión, que ayer celebró un encuentro con Rodríguez Zapatero, se mostró partidaria de la participación de España en la reunión del G-20. Pero el Gobierno no quiso darle excesiva trascendencia. Los socialistas comienzan a mostrarse incómodos con las expectativas generadas. E insisten: no es una batalla material, sino ideológica. «Lo importante es dejar nuestra impronta en la posición que acuerde la UE», concluyen.