Opinion

Entre Pekín y Washington

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l séptimo encuentro entre la Unión Europea y Asia, celebrado en Pekín, despertaba en esta ocasión un interés sin precedentes debido a las incertidumbres que está generando la crisis financiera internacional y, en concreto, a los preparativos de cara a la cumbre del G-20 prevista para el próximo 15 de noviembre en Washington. Los dirigentes de cuarenta países europeos y asiáticos que se dieron cita en la capital china mostraron una apreciable sintonía al concluir que se requiere una reforma global y efectiva tanto del sistema financiero como del monetario. Aunque las cautelas expresadas al hacer mención a una «responsabilidad común pero diferenciada», a las «capacidades respectivas» y a las «condiciones económicas y sociales» en que se mueve cada país, con ser perfectamente lógicas, reflejaron también la existencia de necesidades e intereses diversos entre ambas áreas del mundo. El práctico silencio que envolvió los temas derivados del cambio climático podría ser su ejemplo más elocuente. Ni la naturaleza del foro ASEM ni las circunstancias del momento permitían esperar que de la reunión surgieran decisiones y compromisos más operativos. Pero tanto el protagonismo adquirido por Wen Jiabao, con su insistencia en favorecer las innovaciones financieras pero siempre que se ponga en marcha una regulación capaz de ofrecer seguridad al libre flujo de capitales y a la economía real, como la coincidencia de europeos y asiáticos en afrontar la crisis ideando fórmulas de revisión del sistema comprometen a los participantes en la reunión de Pekín a mantener una actitud de exigencia respecto a los propósitos y resultados de la cumbre del G-20. En este sentido, las palabras del presidente Bush parecieron ayer dar la réplica al mensaje emitido desde el encuentro UE-China, cuando frente al anuncio por parte de Nicolas Sarkozy de que en la cumbre de Washington se adoptarían «decisiones concretas» prefirió hablar de «una serie común de principios». Aunque lo más significativo de la intervención de Bush es que se sintiera obligado a subrayar que la cumbre del G-20 ratificará los «fundamentos del crecimiento económico: mercados libres, libre empresa y libre comercio». En cualquier otra situación esto último no sería más que una obviedad. En medio de los preparativos para la reunión del 15 de noviembre puede indicar que el actual presidente de EE.UU. preferiría orientar dicha cita hacia la ratificación de las medidas adoptadas hasta la fecha para hacer frente a las turbulencias financieras, evitando la definición de unas nuevas reglas de juego consensuadas a escala planetaria. Una posición que sólo podría verse corregida si el electo como nuevo presidente norteamericano optase por orientar la cumbre más en línea con lo apuntado en el encuentro de Pekín. En este contexto, el esfuerzo que está realizando el presidente Rodríguez Zapatero para poder asistir a la reunión de Washington merece el respaldo del conjunto del arco parlamentario español, como ayer quiso demostrar Mariano Rajoy con su apoyo.