Realidad inverosímil
Participé en una mesa redonda sobre realismo sucio en literatura. Nos apartamos enseguida de lo canónico del subgénero, cuyo máximo representante sería Raymond Carver, para ir a consideraciones subjetivas. En ese sentido, sucio sería un adjetivo inseparable de realismo, prácticamente un pleonasmo. El realismo, la realidad, siempre es sucia o termina por serlo.
Actualizado:Como he escrito en alguna otra ocasión y saben los hipotéticos lectores de mis libros menos desconocidos, procuro ir más allá del realismo y me valgo de la lente aumentativa del esperpento para tejer mis sátiras y el enfoque de humor ácido sobre las acciones y el retrato de mis personajes.
Pero la verdad es que conseguir esto cada vez es más complicado. Resulta ya muy difícil en la ficción literaria superar a la realidad en desaforamiento, exageración y exceso.
La realidad se ha hecho inverosímil y los principales personajes del decorado son ya de por sí caricaturescos. No es posible aplicar los trazos del esperpento porque ya vienen dados con perfil grueso. Sólo se puede ser naturalista, practicar el realismo sucio.
Mi galería de personajes de ficción más paródicos y de rasgos más forzados no puede competir con la versatilidad de personajes reales como Bush, Aznar, Berlusconi, Sarah Palin, Hugo Chávez, Rouco Varela, Pepiño Blanco o el propio lehendakari Ibarretxe.
Y lo mismo sucede con los hechos, las atrocidades y las mentiras. Si no pertenecieran a la realidad y hubiera metido en una novela lo de las armas de destrucción masiva en Irak, o el complot para el atentado de Atocha, o el propio atentado de las Torres Gemelas, o que ETA ponga una bomba en una caseta de playa de la Cruz Roja y asesine a un ex concejal, o la conquista del islote Perejil, o las preguntas de la consulta del PNV, o el desarrollo y origen de la crisis económica, por poner ejemplos variados y dispares, me dirían mis lectores que soy un exagerado, que todo eso resulta excesivo y sobre todo inverosímil.
El final del siglo XX lo zanjó en 2001 el atentado de las Torres Gemelas: puro cine de catástrofes. Y el auténtico comienzo del siglo XXI probablemente venga marcado por la refundación del sistema financiero del capitalismo. A ver si los nuevos tiempos que vienen con ese renacimiento del capitalismo, que se augura que estará presidido por pautas socialdemócratas para evitar otra indigestión por gula, no se parecen en realidad a Las uvas de la ira o a Espartaco. Perdonen la exageración.