LOS PELIGROS

Algo falló en las inundaciones

Que se produzca una desgracia natural, como las tormentas que descargaron hace dos fines de semana lluvias torrenciales sobre la Bahía, no es culpa de nadie. Pero sí hay responsables de que una ciudad esté preparada para esa posibilidad y sea capaz de prever sus riesgos. Aunque las redes de saneamiento, incluyendo las de aguas pluviales, sean competencia municipal, y es evidente que, por los motivos que fueran, claramente fallaron, nadie del Ayuntamiento ha asumido hasta ahora responsabilidad alguna. Al contrario. En una nota oficial del pasado lunes, se intenta abanderar el descontento popular para dirigir las peticiones de ayudas hacia el Gobierno central, de modo que lo que no se dé a partir de ahora sea culpa de éste, y se insinúa también una relación entre las desgracias y la no terminación por la Junta de la estación de la Martona. No entraré más de lo preciso en esta última maniobra de distracción, aunque me es difícil entender en qué hubiera aliviado las inundaciones una estación cuya misión es separar las aguas fecales de las pluviales y que, mientras tanto, lo que hace es mandar ambas a la depuradora, que no se ha desbordado. Si hubiera sido tan importante esa estación para evitar las inundaciones en La Laguna, más lo sería el aliviadero de pluviales de Cortadura, que el Ayuntamiento se negó a que se instalara su tramo marítimo porque coincidía con el periodo estival, atrasándose la obra hasta primavera.

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En esa misma nota se «requiere» al Gobierno que «declare a la Bahía zona catastrófica». Se ignora o, aún peor, se quiere confundir a los damnificados, pidiendo algo que no existe. Desde el año 2005, el Decreto 307 sustituyó esa figura por la de subvenciones, a personas o Corporaciones, por «situaciones de emergencia o de naturaleza catastrófica». El procedimiento lo inician los propios perjudicados, no necesitando esperar ninguna declaración del Gobierno. Por si hubiera dudas de la intención política de esparcir responsabilidades entre todos para ocultar las propias, la alcaldesa Martínez declaraba el jueves: «sabemos que las ayudas del Estado van a tardar». Al día siguiente, ya las aprobaba una Orden de Presidencia que, además de recordar que el decreto citado es de aplicación directa, ordena la valoración de los daños y que se gestionen las ayudas por «tramitación urgente».

Como hay denuncias contra la empresa municipal Aguas de Cádiz, será en esas instancias judiciales donde se diluciden las posibles responsabilidades civiles del Ayuntamiento. Hay que hablar también de responsabilidades políticas. Es un hecho, constatable por testigos, que algunos vecinos de La Viña realizaron auténticas heroicidades al sumergirse en el barro para desatascar husillos. ¿Funcionó correctamente la limpieza de las alcantarillas? La alcaldesa declaró el miércoles que se revisan dos veces al año y que la estación de bombeo de Candelaria funcionó correctamente. Tres días después, dijo que se encontraron piedras en alcantarillas y que falló un aliviadero al mar. Si las últimas declaraciones son una rectificación, que lo parecen, dan bastantes argumentos a las reclamaciones. Sorprende, además, que en la Nota oficial se declare que, a la vista de los daños, se «evaluará la posibilidad» (es decir, poco compromiso) de aumentar la capacidad de la conducciones pluviales y que, igualmente, se revisará el plan de emergencias municipal. Se está diciendo que ambos fallaron, pero nadie asume la culpa de nada.

Esa política de falta de previsión, que parece aprender sólo de las desgracias, se repite con los garajes. Se dice ahora que se van a endurecer los requisitos de garajes en edificios y que el próximo PGOU les exigirá pozos correspondientes y bombas de achique. ¿Hasta ahora nadie los había previsto, cuando se construyen por debajo del nivel del mar? El mismo PGOU es un documento de planificación que, en el vigente, sólo dice de las aguas pluviales que se prohíbe su desagüe por vertido libre y que la red de evacuación cumplirá lo que disponga la concesionaria del servicio. No es mucho planificar. Ni parece un buen método de prevención ir ampliando las normas a medida que aparecen los problemas. Claro que también se inundó el garaje de la Policía Local que, además, es la sede de Protección Civil.