EL COMENTARIO

La gloria enana

Después de transcurridos más de cuarenta años desde su muerte, al botánico británico John Heslop-Harrison le han pillao con el carrito del helao. Heslop-Harrison adquirió todo su prestigio por descubrir en las islas Hébridas escocesas unas especies vegetales que nadie sospechaba que podía haber en esa parte del mundo y que de hecho no había en esa parte del mundo hasta que él mismo se ocupó personalmente de plantar las semillas para luego pasar por su descubridor. A mí este caso me parece un fascinante ejemplo de lo que son capaces de hacer algunos seres por acceder a la gloria enana de un mérito que no es tal y cuya impostura puede acabar siendo descubierta en cualquier momento. Realmente mucho debe de anhelar alguien esa clase precaria de gloria aunque sea enana en efecto, aunque sea falsa, aunque sea inmerecida y de tente mientras cobro para estar dispuesto a correr el riesgo de que le pillen.

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Pienso en ese tipo de personas capaces de ostentar títulos que no tienen, de firmar libros que han escrito otros o de falsificar un currículum para obtener una cátedra atribuyéndose publicaciones en revistas de universidades australianas que creen de difícil comprobación. Digo creen entre comillas porque gracias a la informática hoy esas comprobaciones no son nada difíciles. Hace años esa clase de trolas colaban pero hoy con internet ya no existen distancias y te cuesta el mismo trabajo verificar una falsificación en Segovia que en Sidney o en Melbourne.

John Heslop-Harrison tuvo suerte y nadie verificó nada mientras vivió. Su propio hijo pudo beneficiarse de sus falsos descubrimientos accediendo, gracias al prestigio del padre, al codiciado puesto de director de los Jardines Botánicos Reales de Kew. El marrón le ha caído al nieto sin comerlo ni beberlo. O sea que se trata de un marrón olímpico pues ha saltado dos generaciones ni más ni menos para cernirse sobre un buen hombre cuyo único delito en la vida había sido sacar pechito por tener un abuelo importante. Pienso en esa víctima de la gloria enana, en la gigantesca herencia de deshonor que le han testado y en que es muy injusta, de acuerdo, pero no menos injusta que la misma importancia que antes se daría por méritos que creía familiares y que ahora han resultado no ser de nadie. Pienso que el deshonrado nieto de John Heslop-Harrison es el santo mártir de todos cuantos sacan pechito porque su abuelo montó una fábrica o ganó una batalla. Y me entra la sospecha de que es mejor que nos quiten lo que de veras nos corresponde a que nos den lo que no merecemos.