
Los críticos del PP vuelven a poner en cuestión el liderazgo de Mariano Rajoy
Aumenta el malestar en el grupo parlamentario, que acusa bandazos en la estrategia del partido El líder de la oposición recibió presiones de empresarios para moderar su crítica al Gobierno
Actualizado: GuardarEl sector crítico del PP ha vuelto a poner en cuestión el liderazgo de Mariano Rajoy tras una semana en la que han visto en su líder errores y bandazos. A las protestas de los críticos de siempre -ex zaplanistas, ex aznaristas, aguirristas, desplazados o descolocados- se sumaron en esta ocasión las quejas del grueso de los parlamentarios populares, en franco desacuerdo con la oposición desplegada por el nuevo equipo dirigente, con el presidente del partido a la cabeza.
Según la percepción de estos sectores, el líder del PP mantuvo una línea sinuosa, contradictoria y confusa ante la crisis económica, en respuesta a las iniciativas del presidente del Gobierno que, en su peor momento, volvió a salir triunfante de la complicada situación. Los descontentos creen que los primeros pasos de Rajoy se encaminaron a apoyar al Gobierno en la difícil tesitura, pero después endureció su posición para terminar por desandar el camino. «No se puede hacer peor», denuncian.
El discurso que identifica al Gobierno del PSOE con los banqueros mientras el PP se ocupa de los parados, cuyo diseño se le achaca al propio Montoro, indignó a los críticos. «Eso es una tontería que no se la cree nadie», señala un diputado en desacuerdo. «Es una broma decir que Blesa, Botín o Francisco González son banqueros del PSOE», añade.
Frente a este análisis, fuentes de la dirección aseguran que esta argumentación trata de profundizar en el centrismo del partido y pretende así demostrar su independencia, poner de manifiesto que se preocupa por los ciudadanos, las familias y las pymes, y no está pendiente de los intereses de los poderosos.
Las quejas de los sectores críticos no alteraron a Rajoy, que participó con toda la cúpula de su partido en la Interparlamentaria en La Coruña, donde, en una reunión a puerta cerrada, se ratificó la posición de apoyo exigente ante las medidas del Gobierno. Fue en ese ambiente en el que el líder del PP acusó a Rodríguez Zapatero de querer ayudar sólo a sus «amiguetes» con el dinero de todos.
La satisfacción que reinaba entre los dirigentes populares era evidente porque acababan de recibir datos muy favorables de las encuestas que mejoraban en mucho los dos puntos de ventaja sobre el PSOE en intención de voto que atribuían al PP los sondeos publicados. Pero se les aguó la fiesta.
La considerable repercusión mediática que tuvo el desliz de Rajoy al comentar el «coñazo» del desfile del 12 de octubre sorprendió al político gallego, a quien sus colaboradores vieron tremendamente afectado. El nerviosismo le llevó a cometer el segundo error al difundir un comunicado oficial de rectificación, que su propio equipo reconoce ahora como «totalmente equivocado».
En la reunión del Comité Ejecutivo que se celebró el siguiente lunes, Rajoy no recibió el apoyo de su partido que hubiera deseado. Apenas asistió una tercera parte de los directivos, algo inusual en el PP, y la irascibilidad del líder popular en la rueda de prensa posterior dio fiel testimonio del malestar que albergaba en aquellos momentos.
Punto de inflexión
Ese lunes fue clave en el giro que experimentó el discurso del partido opositor ante la crisis financiera y que la dirección del partido sigue negando. «Establecieron una estrategia equivocada porque ellos querían negarse a apoyar al Gobierno y por eso exigían la retirada de los Presupuestos y condicionaban el respaldo a las medidas de Zapatero», afirman voces críticas del grupo parlamentario. Estas fuentes aseguran que Rajoy recibió llamadas de presión de distintos sectores, tanto de dentro como desde fuera del partido, para que cambiara de opinión y se alineara con el Ejecutivo. «Nos pusieron verdes en la reunión del comité ejecutivo de la CEOE», apunta otra fuente.
El acuerdo de todos los países europeos en la dirección ya emprendida por el Gobierno de Zapatero provocó también el giro de Rajoy. Los consejos que dieron al líder opositor su asesor Pedro Arriola y el diputado Manuel Pizarro fueron decisivos para el cambio de actitud.
El presidente del PP consultó a ambos antes de acudir a La Moncloa, adonde ya llegó decidido a sumarse a las decisiones gubernamentales, toda vez que aparecían enmarcadas en una política comunitaria de la que el PP no podría sustraerse. Con desgana, explicó después a los periodistas que prestaría su apoyo al presidente del Gobierno.
Pero las desgracias para Rajoy en esta semana negra se vieron aumentadas con una bronca interna en el seno del Grupo Parlamentario del Congreso, el mismo martes, a cuenta de la admisión a trámite del estatuto de Castilla-La Mancha, que se saldó con la ruptura de la disciplina de voto de dos diputados por Murcia y la ausencia de un tercero. Para colmo, UPN siguió su camino hacia la ruptura de la coalición con el PP.