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El viaje de Mutis

La exposición titulada «El viaje de Mutis. Un botánico entre dos mundos», con la que nuestra Diputación Provincial rinde homenaje al gaditano universal José Celestino Mutis, al cumplirse el segundo centenario de su fallecimiento en Santa Fe de Bogotá, un 11 de septiembre de 1808, nos explica de una manera gráfica cómo la educación, apoyada en una base ética sólida y en una permanente investigación científica, constituye la herramienta imprescindible para el crecimiento humano individual, familiar y social.

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A través de los paneles ilustrativos, de los vídeos, de las láminas y de los instrumentos estratégicamente distribuidos podemos acompañar a este paisano nuestro en su aventura hacia el conocimiento riguroso como uno de los motores imprescindibles para alcanzar la verdadera revolución, la de los valores supremos de libertad, de la igualdad y del bienestar humanos.

La evocación de aquel Cádiz, espacio privilegiado de la modernidad, escenario adecuado para el estudio de las ciencias y ambiente propicio para el cultivo de las artes y de las letras, nos estimula para que, al menos, nos ilusionemos con ese momento en el que los responsables políticos, los agentes sociales y los profesionales de la enseñanza se decidan a colaborar para crear las condiciones favorables que hagan posible el renacer científico y cultural de esta cabeza de puente entre los tres continentes.

El comportamiento ejemplar de este médico, botánico y sacerdote en unas situaciones mucho más precarias que las actuales debería servirnos de acicate para que desmintamos esos tópicos que siguen pintándonos como indolentes, vagos y flojos. En mi opinión, el patrimonio que nos lega Celestino Mutis -además de las enseñanzas encerradas en esos más de doscientos cajones- es un sugerente y alentador mensaje de esperanza de un futuro posible que en el que, poco a poco, se vayan abriendo las puertas para una imprescindible revolución económica, social y política. Como leemos en el reverso de la lámina 17, este sabio es «una figura total, un maestro de maestros, un gaditano universal que cruzó el Atlántico para fortuna de la ciencia».

«Supongo que por aquí habrán desfilado los alumnos de todas las escuelas y colegios de la Provincia porque hay que ver lo bonita que es y todo lo que aquí se aprende». Con este breve y espontáneo comentario que hacía una señora a su amiga le formulaba un principio pedagógico que es el resultado de la observación de los comportamientos humanos a través de toda la historia de todas las civilizaciones pero que, desgraciadamente, no siempre solemos tener en cuenta: aprendemos mucho más por los ojos que por los oídos, hacemos lo que vemos más que lo que oímos.

No sólo los monos, sino también los seres humanos aprendemos mediante la imitación, mediante la copia de comportamientos de personas que nos sirven de modelos de identificación. Ésta es la razón -me explicaba Carmen- por la que todos los pueblos escriben la vida de los su personajes: para que sus descendiente nos sintamos orgullosos y tratemos de copiar sus ejemplares comportamientos. Ya verán los que acudan a esta exposición todo lo que van a aprender y lo que, sin duda alguna, van a disfrutar.