McCain se queda sin balas en la recámara
El último debate electoral deja entrever de nuevo la impotencia del senador republicano para descontar la ventaja de Barack Obama
Actualizado: GuardarSe acabó, no más debates. Quedan 18 días para las elecciones del 4 de noviembre, una eternidad en política, pero John McCain llega sin balas en la recámara tras apurar su último duelo. El republicano dio su mejor actuación el miércoles por la noche en la Universidad de Hofstra (Hempstead, Nueva York), pero eso no impidió que su frustración transpirase en las imágenes y le valiera la censura de la audiencia.
El septuagenario senador, marcado por cinco años y medio como prisionero de Vietnam, es famoso por sus exabruptos, que muchos predecían que sería el hundimiento de su campaña. A sus 72 años McCain sabe que ésta es su última oportunidad de llegar a la Casa Blanca, de ahí que haya sido capaz de contenerse, aunque para evitar riesgos haya tenido que cortar radicalmente su interacción con la prensa que le acompaña, a la que sólo ha visitado una vez en el último mes y medio.
El miércoles era obvio que el senador de Arizona estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para contener la frustración y la rabia que siente por su rival Barack Obama, un joven senador de 47 años que nunca pierde la calma, al que ve como un joven inexperto recién llegado a la política que ha cautivado a los ingenuos. 'The New York Times' escribió en su editorial que McCain «acabó pareciendo malhumorado y desesperado». 'Daily News' recordó que «su legendario sarcasmo saca lo peor de él», y aunque el senador de Arizona lo sabe no puede evitarlo. «Es una de sus facetas menos atrayentes, lo que le hace parecer mezquino y poco presidencial».
«Miradas de desdén»
David Gergen, un analista de CNN que ha trabajado como asesor de gobiernos demócratas y republicanos, contó horrorizado que «sus miradas de desdén y de desprecio eran tan palpables» que aquello parecía una terapia de control de mal genio. A eso asociaba un columnista de 'The Huffington Post' el intenso parpadeo que acompañó al republicano durante los noventa minutos de debate, compilados en vídeos que recorrían la 'blogosfera'.
Gergen no ve a estas alturas más salida para McCain que esforzarse en «salir con el honor intacto». McCain, sin embargo, dijo ayer a su público que creía haberlo hecho bien. Y así fue. Durante la primera media hora soltó la frase más memorable del debate al cortar por lo sano la asociación que hace Obama de él con las políticas de George W. Bush. «Yo no soy el presidente Bush», atajó. «Si lo que quería era competir con el presidente Bush debería haberse presentado hace cuatro años».
Y hasta entonces iba ganando, pero luego eligió sacar los trapos sucios, y ahí perdió. «A mí no me importa un viejo y gastado terrorista, pero como dijo la senadora Clinton en sus debates con usted, necesitamos conocer toda la extensión de esa relación». Se refería a Bill Ayers, un extremista del grupo Weather Underground que, como parte de sus protestas contra Vietnam, puso bombas caseras en el Pentágono. Eso le dio la oportunidad a Obama de explicar que él sólo tenía 8 años en la guerra.
Una encuesta de la CNN reveló que un 58% de los que vieron el debate consideraron que Obama lo hizo mejor, frente a un 31% que se inclinó por McCain. Entre los electores independientes, que tienen la llave de la Casa Blanca, esa desventaja subió a un 57%-31%.