ANÁLISIS

Cambio tectónico

Con unos sondeos que otorgan una mayoría amplia a Barak Obama, el senador McCain necesitaba sacar un conejo de la chistera en el último debate con su oponente para animar su campaña. Pero no fue capaz. Como era de esperar, el tema de la economía dominaba la sesión y no había ningún conejo a la vista. Ni Obama ni McCain aportaron mucho más a las recetas ya conocidas para solucionar una crisis que está desbordando su país (por no hablar del resto del mundo), lo cual, a lo mejor, no es de extrañar. Lo que está ocurriendo estas semanas en EE UU es un cambio tectónico en la política estadounidense, y queda por ver cómo se ajusta ésta a una nueva realidad.

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Algunos dirigentes políticos en Europa han identificado la crisis actual como un producto 'made in USA'. Quizá no es enteramente justo: esta crisis tiene dimensiones y causas globales. Lo que sí se puede decir es que la Administración Bush y la clase política estadounidense no han ofrecido el liderazgo que cabría esperar y sólo al final han decidido actuar, pero con cierto recelo. Cuando se debatía el Plan Paulson, un congresista republicano fue al grano y lo denunció a regañadientes como un ejemplo de «socialismo financiero».

Es evidente para los dos partidos y sus candidatos que la intervención masiva en el sistema financiero era la única manera de salvarlo, pero les cuesta aceptarlo porque implica un giro de 180 grados para la ortodoxia. Durante los últimos 25 años, entre la gran mayoría de la clase política han cundido rasgos importantes de la época del presidente Reagan. Los 'Reaganomics' de los años 80 consistían en bajar impuestos, limitar el rol del Estado y dejar vía libre a las fuerzas del mercado. Con la caída del muro de Berlín, EE UU asumió el solitario papel de única superpotencia exportando su modelo al mundo (eso sí, con un éxito variable). Se hablaba del 'consenso de Washington', dentro de un marco liberal compuesto del mercado libre y la democracia. Pero la hegemonía de EE UU no ha durado mucho. La guerra de Irak ha puesto a descubierto los límites de su poder militar y ahora la crisis financiera constituye otro golpe a la autoestima de los estadounidenses. Sea quien sea el próximo presidente del país tendrá que afrontar cuestiones muy profundas sobre su futuro modelo. Pero en el último debate Obama-McCain no se escucharon muchas respuestas.