Grandes cifras
Hay una gran desconexión entre la gente y los que manejan a la gente. El pueblo, según el diccionario, lo forman las personas comunes y sencillas, pero sus dirigentes suelen ser personas anormales y complicadas. Nos están abrumando con cantidades astrales, que nos estremecen a quienes respetamos todavía a todo guarismo que exceda a los veinte mil duros de la vieja época. Se están agotando los ceros, no sólo en la calificación de nuestros desavisados políticos, sino en los libros de contabilidad. Los juzgados acumulan más de dos millones y medio de casos sin resolver, sin contar a los casos mal resueltos, y los tribunales españoles han cerrado el primer semestre con un aumento de causas en tramitación. No hay cosas que duren más en nuestro país que la Transición y la tramitación. También produce un cierto escalofrío saber que al final de año habrá un millón de pisos nuevos sin vender. Según la Constitución, todos los españoles tienen derecho a un piso digno, pero no se aclara digno de quién. Lo cierto es que hay muchos españoles a la intemperie -más conocida por la puñetera calle- mientras las viviendas sólo han bajado, gracias a la crisis, menos del cinco por ciento. Que nadie diga que algo falla: falla todo.
Actualizado: GuardarEl Tesoro, al que habrá que cambiarle rápidamente de nombre, ha realizado una compra masiva de acciones para avalar la deuda de las entidades durante tres años. El insuficiente señor Bush está dispuesto a nacionalizar los grandes bancos de EE UU. ¿Cómo se explica eso? Sobre todo, ¿cómo se les explica a los remotos súbditos del Imperio? Aquí estamos preocupados porque no descienda el número de mileuristas, ese linaje de privilegiados que oyen hablar de millones como quien oye hablar de llover y sabe que no se va a mojar, porque van a seguir tiesos como la mojama. Con la que está cayendo de millones y más millones.