Cansancio

Estoy cansado de las charlas de café en las que todo el mundo asegura saber lo que habría que hacer para acabar con todos los males. Cansado de que unos echen la culpa a los que gobiernan porque no saben hacer frente a la situación y poner en marcha medidas efectivas. De los que culpan a los unos por no apoyar a los que gobiernan y de los que se excusan porque dicen que la situación aquí es menos mala que en otros países.

El caso es que ahí está nuestra menor capacidad de consumo debida a la restricción de créditos, al aumento del paro con motivo de la menor actividad económica y a la expectativa del estallido de una burbuja inmobiliaria que se está demorando más de lo previsto. La consecuencia será en el mejor de los casos que, después de años de haber vivido por encima de nuestras posibilidades, tengamos ahora que prescindir de nuestros pequeños lujos.

Pero la cuestión es que lo peor está por llegar. Algún especialista ya lo ha advertido al preguntar en voz alta qué pasará cuando los que ahora se han quedado en el paro dejen de cobrar la prestación. Casi mejor ni pensarlo.

Y todo no se sabe muy bien por qué. O al menos nadie ha sabido explicarlo de forma que todos podamos entenderlo. Lo que sí es seguro que el miedo ha alimentado al miedo hasta convertirlo en psicosis y lograr que lo que empezó siendo una recesión económica haya acabado siendo poco menos que en una catástrofe mundial.